Por Marcelino Pérez.
Cuando las encuestas realizadas por empresas privadas anuncian que, en unas elecciones próximas, el bloque de votos PP y Vox tendrían mayoría para poder formar gobierno, las luchas intestinas en el seno de los populares alejan la posibilidad de una victoria del centro derecha.
Arcadi Espada, uno de los analistas más certeros y arriesgados del columnismo español, escribía hace días esto: “Los dirigentes del PP están convencidos de que no podrán gobernar después de las próximas elecciones».
Así lo dicen los datos que manejan y la percepción de la conversación pública una vez filtrada la propaganda”. A esto añade Espada lo siguiente. “Fruto de una habilidad política básica, que es la de aprovechar las circunstancias, Sánchez está organizando un bloque parlamentario de una solidez que va más allá de la legislatura”.
Y, en efecto, Sánchez consolida sus apoyos con independentistas y con la extrema izquierda pero además suma cooperantes como Teruel existe o el PRC cántabro.
Esa sensación de que en unas próximas elecciones entre el dinero que llegará de la UE, la fuerza de las minorías periféricas, el auge de los independentistas, el rearme de la extrema izquierda unido todo ello al alejamiento entre el PP y Vox, presentan un panorama poco esperanzador para la derecha.
Por si faltarán obstáculos la lucha entre la dirección del PP y la presidenta de Madrid producen un desgaste que sólo se explica en la necesidad de la actual dirección popular de blindarse para seguir unos años más en la oposición y que el fracaso en la consecución de la Moncloa no obligue a un cambio de liderazgo auspiciado por las diferentes formaciones regionales del PP.
Se trata de tener el control para mantenerse como líderes la oposición unos años más.