Por Marcelino Pérez
Ha transcurrido una semana desde que un grupo de jóvenes insultara gravemente a una jugadora del equipo femenino de futbol Osasuna B en el campo de Nueva Montaña, en Santander. Según varias informaciones los autores de ese hecho eran jóvenes, algunos posiblemente menores de edad, y fueron grabados por diferentes personas.
Las imágenes de los autores ya están en poder de las autoridades y parece que se identifica claramente a estos energúmenos que han pasado por una educación plenamente democrática, sin que aprendan a respetar a los demás.
Lo llamativo es que, tras tantos días, nada se sepa de los autores de los insultos y amenazas. ¿Tan complicado es identificar a los autores de esos hechos? ¿Por qué no hay ninguna información sobre el avance de la investigación?
¿Quedará esa agresión machista impune? ¿Para qué sirven las leyes de protección a la mujer? ¿Estamos ante un caso de desidia, torpeza o incapacidad?
Este retraso en la detención y puesta a disposición judicial de los autores lanza una idea de impunidad que puede servir para alentar a otros indeseables a reiterar este tipo de acciones.
El silencio de la Delegación del Gobierno es preocupante. Por otra parte, las deportistas vejadas y amenazadas se sentirán indefensas ante una conducta machista, violenta y completamente fuera de lugar.