Los Salmos, son sin duda, fuente de reflexión para todo cristiano y también para cualquier persona que quiera el bien.
Recoge en una de sus partes el Salmo 100 :” Pongo mis ojos en los que son leales, ellos vivirán conmigo; el que sigue un camino perfecto ese me servirá. No habitará en mi casa quién comete fraudes; el que dice mentiras no durará en mi presencia. Cada mañana haré callar a los hombres malvados, para excluir de la ciudad del Señor a todos los malhechores”.
Sin duda, esta parte del Salmo 100, viene como “anillo al dedo”, al momento que vivimos en la humanidad y por descontado en España.
Los fraudes y las mentiras, se producen por doquier. Fraudes científicos, dejando que sea la clase política, quién dirija a nivel mundial la investigación, que es lo que se debe de decir, al margen de investigaciones o dudas o verdades comprobadas; todo ello, para que el poder siga operando a su gusto.
Por otro lado, la mentira, se ha convertido en moneda de cambio, ni siquiera es rechazada por una parte de la sociedad, que permite el engaño como elemento de comodidad.
Por todo ello como dice el propio Salmo 100 en otra parte:” Aborrezco al que obra mal, lejos de mí el corazón torcido, no aprobaré al malvado”.
En definitiva, queridos lectores, hay que combatir el mal con el bien, pero nunca quedarse indiferente y pasivo.