Escucho sobre una obra de teatro basada en Carmen Díaz de Rivera, la musa de la transición.
Carmen es hija de una marquesa y de Serrano Suñer, el cuñado de Franco. Hija biológica pero hija legal del marqués, para los que no sepan quién era…
Así nos salió la transición, con Alfonso Guerra quitándose la chaqueta para que Carmencita no pisara charcos.
La izquierda debería haber estado para defender postulados de izquierda siempre relacionados con la superación de la desigualdad social.
Una izquierda champán que se convierte en pasarela para aristócratas que buscan su sitio en la vida no representa a su gente…
Había una señora que se llamaba Mona que servía lentejas en su casa como cena para la socialité.
Allí, comiendo lentejas, se conocieron Boyer y la Preysler.
Allí iban Arfonzo, Afonzo, Afonzo y Maria Jesus, la burguesa soriana.
Allí iba Díaz de Rivera a encontrar su nicho ideológico.
Cada uno se entretiene como le dé la gana, pero fue como un banco corrido en el que se sentaron señoritos de toda especie, dejando a sindicalistas y líderes vecinales en el suelo mismo.
Igual que ahora, cuando ves a Lilyth Vestringe organizando el partido de los descamisados.
A mí esta gente me aburre. Viven en una permanente pasarela de los Óscar disimulada con ramas de camuflaje.
Díaz de Rivera no podía representar a la izquierda y dramas personales vive mucha gente. Haber pasado uno gordo como es el enamorarte sin saber que era tu hermano , pues bien, le habrá hecho sufrir..
Pero sufrir por amor habrá sufrido mucha gente. A otras las dejarían con tres niños y sin trabajo un señor que se marchó a por tabaco….
Demasiado drama, demasiada pasarela, demasiados privilegiados queriendo estar en alguna palestra…
Este país necesitó entonces, y sigue necesitando ahora, valorar a la gente normal, a la gente corriente, respetarla y no torcer el espinazo en perpetua reverencia ante el dinero y el poder disfrazado de conciencia social.
Coco Bari ©©®
