Mientras se multiplican, los casos de supuesta corrupción o utilización de tráfico de influencias, para beneficiar a unos pocos y cercanos casi siempre al poder, la realidad es que, los españoles somos cada vez más pobres, o mejor dicho, tenemos cada vez menos capacidad de poder adquisitivo.
En los últimos cinco años, llevamos acumulada una caída de nuestro poder adquisitivo de la remuneración media del 2.5 por ciento, lo que supone una perdida de unos 523 euros al año.
En esta España, distraída, dormida, engañada, vivimos ajenos al continuo empobrecimiento al que nos someten las políticas de gasto y más gasto y de presión fiscal.
Un Estado, “manirroto”, que en vez de recortar gastos superfluos, se dedica a gastar como si no hubiera futuro, endeudando al país más y más y dejando a nuestros descendientes una deuda monumental.
Es necesario que la sociedad reaccione, pero es difícil por el momento, que ello ocurra, por la falta de una oposición con “garra” y por la conjunción de unos medios de comunicación, casi todos, pendientes para subsistir de la publicidad institucional y por supuesto, de unos sindicatos mayoritarios, bien “regados” con dinero público, que no se atreven a criticar casi nada de lo que hace el actual Gobierno.
Un país, cada vez más pobre en sus clases medias, y cada vez más rico en una gran parte de los aledaños del poder, donde nos vemos sin capacidad de reacción, cuando algunos medios, nos cuentan el movimiento de dinero en países del otro lado del Atlántico por parte de personajes bien relacionados con la política.
Los ciudadanos, cada vez indefensos, bastante tienen con pagar y callar. Vaya democracia.
