Por Marcelino Pérez
La concatenación de días festivos ha lanzado a millones de españoles a viajar por la geografía nacional. Cantabria registra estos días una afluencia inusitada de visitantes, en su gran mayoría nacionales. Estos días de lleno absoluto en bares, cafés, restaurantes, hoteles y negocios turísticos es un alivio para empezar a superar la crisis económica provocada por la pandemia.
Esta llegada masiva de personas ha puesto en evidencia las carencias de infraestructuras en nuestra región, carencias que llevan décadas pendientes de solución.
Estos días, la travesía de Cabezón de la Sal para el acceso al valle de Cabuérniga ha sido una verdadera trampa, lo mismo que en Potes, San Vicente de la Barquera o en Comillas… sólo por citar algunos de los municipios que necesitan, con máxima urgencia, la construcción de rondas que eviten el paso por el centro de las localidades.
Estas carreteras de escasa dimensión experimentan retrasos inasumibles, que se deben a la incuria del gobierno regional y a la presión de los grupos ecologistas que se oponen a cualquier trazado que se plantee para esas obras.
No es asumible que todo el tráfico que accede hacia Fuente De tenga que atravesar la arteria principal de Potes. Lo mismo sucede en Comillas villa en la que hace años se inicio la obra para una parte de la ronda y que se paralizó y se anuló tras una reclamación de grupos conservacionistas.
Cantabria necesita agilizar los accesos a sus zonas turísticas ya que de otro modo habrá una disminución del movimiento y se incrementara la contaminación del aire por los miles de coches emitiendo gases mientras llevan largo tiempo parados.
Lo que sucede este puente del Pilar es elocuente.