La Estación recibía por primera vez en su historia a la Copa del Rey, y el Espanyol era el plato fuerte del encuentro. Un duelo que venía además cargado de alicientes, ya que a los meramente futbolísticos, se añadían factores meteorológicos, que harían del mismo una verdadera batalla de gladiadores, en los que a fin de cuentas, ganaron todos.

El balón echaba a rodar, aunque lo que es rodar no rodaría mucho, y era el Espanyol quién se hacía con la iniciativa, llevando a cabo varios acercamientos, que desembocarían en un primer gol, que correría a cargo de Loren Morón. El ex del Betis, aprovechaba un centro desde la frontal prolongado por Wu Lei para rematar en boca gol, y poner el 0-1 cuando apenas habían transcurrido 15 minutos.

Los de Vicente Moreno no bajaban el pie del acelerador, y en esta ocasión era Nico Melamed quien se quedaba solo ante Luis Samperio, pero acababa rematando al poste, en lo que sería la antesala del segundo gol.

Un segundo gol que llegaría pocos instantes después, cuando nuevamente Loren, hacía bueno un pase filtrado por Óscar Melendo a la espalda de la defensa local, para definir con claridad, y poner en el ecuador de la primera mitad, el 0-2 en el marcador .

El asedio seguía su curso y ahora era Wu Lei quien intentaba la vaselina, frente a un Luis que no caía en el engaño y lograba despejar el cuero. Tras una media hora sofocante, los locales comenzaban a soltarse y dejaban de sufrir, frente a un conjunto catalán que parecía haber bajado el pistón.

Y así se llegaba al descanso, con unos compases finales en los que apenas hubo acercamientos y en los que la lluvia era claramente la protagonista, al imposibilitar una circulación fluida para cualquiera de los dos equipos.

Tras el paso por vestuarios, Loren golpeaba de nuevo, para poner el 0-3 desde los once metros, y completar así su particular hat trick. La tarde parecía ser inmejorable para un Espanyol que pese a la hierba artificial y la tromba de agua que estaba cayendo, se conseguía imponer con claridad. Como consecuencia de ello, el técnico local decidía en el minuto 51 dar entrada a Diego Rugama y Roberto Carral en sustitución de Álvaro León y Víctor Palacio, buscando dotar a su equipo de piernas frescas y sabia nueva.

El tiempo transcurría y los cambios copaban de nuevo las miradas, ya que entraban al verde Javier Solá y Quique Gutiérrez, ocupando el lugar de Javier Bada y Jorge Iglesias “Pepo”. El partido se enfriaba con un Solares que parecía ya en la lona. La última ventana de cambios llegaba poco después, cuando Pablo Raba dejaba su lugar en el centro de la defensa a Javier Madrazo.

Con estos once futbolistas sería con los que Diego Santos buscaría volver a meterse en el partido, un imposible por aquel entonces. Pese a que durante el choque, no habían gozado de oportunidades claras, el 0-3 se antojaba sumamente duro para los de Medio Cudeyo, a los que la historia les tenía guardado un doble regalo.

Esta sorpresa al cuadrado, llegaría en lo que para muchos aficionados, han sido los quince
minutos mas mágicos de la historia del club. Y es que en el 75, Angel Oslé “Gelo”, aprovechaba
una jugada a balón parado , para cabecear a la red, y hacer enloquecer a los desplazados a la
Estación, Una Estación que todavía no había vivido su momento más álgido.

Este se viviría cuando Enrique Gutiérrez, decidía disparar desde 25 metros una falta directa, que se colocaba por la escuadra del meta visitante, haciendo entrar en éxtasis total a las casi 2.000 personas. Lo que parecía impensable, estaba ocurriendo, el equipo de preferente estaba poniendo contra las cuerdas al de Primera División .

El nerviosismo era palpable, y la cara de Vicente Moreno era un verdadero poema.Pero, la historia finalmente no tuvo el final feliz que algunos deseaban y David sucumbió frente a Goliat (2-3), en lo que ante todo fue, una fiesta del fútbol.