No seré yo quien juzgue a Donald Trump, puesto que las urnas de los estadounidenses han dictado un veredicto alto y claro: victoria del expresidente (y suena raro), pues tras perder por muy poco con Biden en la anterior legislatura, regresa por la puerta grande a la Casa Blanca.
Sin embargo, Trump no gusta en occidente, pues recuerdo que durante su primer mandato recibía críticas diarias en todos los medios, especialmente en España (sobre manera el diario El Pais).
Pues bien, ha sido todo alzarse con la victoria holgada (y previsible, al menos por mi parte cuando escuchaba en los sondeos que había empate técnico, lo que solo podía ser interpretado en clave derrota para Kamala, cosa que ella preveía al no haber ni organizado evento para la celebración) y la lluvia de críticas ha arreciado sobre manera en “la vieja Europa”.
Me ha llamado especialmente la atención la declaración del Presidente francés, Macrón, con un titular, insisto, prácticamente sin finalizar el recuento (que cada vez le da más congresistas), al manifestar públicamente “que reclama unidad europea frente a Trump”. Claro la pregunta es obvia, pero este señor, que ha llevado a Francia a la ruina económica y moral, como así lo han evidenciado los últimos comicios, no sabe que existe una cosa que se llama democracia, y más en los USA, con una tradición histórica de más de doscientos años, y seguida al milímetro en todo el mundo por la importancia que tiene.
¿Qué clase de concepto democrático tiene este sujeto para no respetar, al igual que el globalismo a la voz del pueblo estadounidense?. Este individuo tiene mal de altura y se considera divino para decir lo que dice sin ningún respeto a las leyes democráticas, pero es que tampoco ha escuchado el mensaje que sus conciudadanos le han enviado últimamente mediante el voto (de castigo).
Por tanto, un respeto a los ciudadanos norteamericanos que, a pesar de todas las vicisitudes y problemas judiciales en los que Trump se ha visto inmerso, han elegido de forma contundente al magnate como el 47 Presidente de los USA.
Que nadie se llame a engaño. Trump no es ningún tonto, y una cosa es el “personaje” altivo que se ha creado (y que el incluso abona), y otra que es un hombre de empresa, con gran experiencia económica, con unas convicciones que llevará a cabo de forma pragmática, como hizo en la anterior legislatura al bajar los impuestos, consiguiendo que muchas mutacionales regresaran de paraíso fiscales, y por supuesto, con guerra comercial frente a China en cuestión arancelaria, lo que entra dentro de la más pura lógica.
Donald Trump, es la imagen de un emprendedor, y aunque partió de una situación privilegiada de su progenitor, se abrió camino en Nueva York en el mundo inmobiliario en los años 70 y fue impulsor del desarrollo de la ciudad con megaproyectos, unos rentables y otros ruinosos (estuvo el guinnes como el de la mayor quiebra inmobiliaria, pero se rehízo).
Tuvo un programa televisivo mediático que le dio popularidad, y además ha escrito varios libros, uno de ellos hace diez años, muy interesante, “No tires la toalla”, donde invita a luchar y trabajar sin descanso donde narra todos los proyectos más importantes de su vida, con una filosofía espiritual y económica fuera de lo común. Por tanto, es un hombre experimentado que, además, no necesita el poder para vivir ni prosperar, pues yo lo hizo en su vida privada y más ahora y a esta edad.
La victoria se veía viendo venir, noqueó a Biden en las postrimerías de su mandato (esta incapacitado de hecho), y como sucediera la primera vez, fue más listo que sus oponentes del Partido Demócrata, capitalizando lo que se está denominando el “Descontento democrático”.
Según los analistas, en Estados Unidos, a diferencia de Europa, y especialmente España, ha sido capaz de capitalizar lo que interesa al ciudadano medio, y no a unas minorías, como sucede en Europa.
Allí la prioridad no son lo que se denominan “derechos sociales” ni el movimiento feminista tal y como se está concibiendo en Europa, sino el día a día del ciudadano medio norteamericano, como es la económica, la inflación, el empleo, la inmigración descontrolada, la vivienda y asuntos de primera necesidad, y especialmente el fortalecimiento de USA como potencia mundial.
De hecho, y a pesar de esa imagen que traslada, rozando la prepotencia e incluso ¨machismo¨, ha sido capaz de derrotar a dos mujeres que optaban por primera vez a ser la “primer Presidenta de los USA”, y que no eran unas mujeres cualquiera, como fue primero Hilary Clinton, mujer preparada, y avalada por su marido y por el Clan Obama, y ahora a Kamala Harris, Vicepresidenta y con una trayectoria fiscal importante, que además de su femineidad representaba el sueño americano con sus orígenes afro hindús.
Es obvio que la mujer media americana, a pesar de lo cual, ha votado a Donald Trump, o al menos no le ha dado la espalda, como se desprende de tan amplia victoria,
En Europa, y en España, corren otros vientos, y se priorizan estos “derechos civiles”, paliando las necesidades económicas con ayudas publicas o subvenciones con una presión fiscal brutal al pequeño y al mediano empresario, propiciando el absentismo laboral y la apatía, y con efecto llamada que no sabemos como y cuando acabará la cosa.
Donal Trump ha anunciado una rebaja fiscal sustanciosa para mover la economía y que el dinero y los recursos funcionen, y el que quiera trabajar,
ganará dinero, el que no, deberá asumir las consecuencias, y además protegerá a la industria estadounidense en contra del globalismo y de las empresas con intereses supranacionales como se ha dicho.
El Partido Demócrata tendrá que regenerarse, y probablemente intentarán por tercera vez con una mujer, Michele Obama, pero este clan ya se ha llevado dos revolcones. Sea quien fuere, mujer u hombre, deberá ser alguien que ilusione y enganche al ciudadano (a) medio con propuestas reales convincentes, y de momento no dan con la tecla.