Por Sonia Solar San Juan
Desde el instante en que nacemos estamos destinados a toparnos con ella en muchos momentos; unos más de cerca y otros más de lejos. La muerte es, irremediablemente, la última parada de nuestro viaje y, sin embargo, en ningún momento del mismo se nos prepara para comprenderlo o asimilarlo. Lo mismo ocurre con nuestros compañeros de reparto, no estamos preparados para tener que dejarlos.
Me pregunto en muchas ocasiones cómo es posible que siendo tan claro que la muerte nos terminará pasando, en ningún momento, en ningún lugar, se nos eduque para afrontarlo. Creo que solo somos conscientes de que nos vamos a morir de un modo abstracto y quizá demasiado lejano. Muchos somos los que sabemos que el acontecimiento puede llegar en cualquier momento, pero pocos los que realmente lo tenemos interiorizado.
En el fondo todos damos por hecho que el viaje será largo y que, solo cuando nuestra piel esté demasiado arrugada, nos tocará apearnos. Y así transcurren los días y uno altera su paz por diversas tonterías. Y como si tuviésemos un contrato firmado, nos permitimos el lujo de no apreciar el regalo que supone estar un día más respirando.
Das por hecho que mañana con la luz del alba vas a despertar y que tus seres queridos también lo harán. Y dejamos pasar oportunidades, guardamos sentimientos bajo llave o bailamos con unos zapatos que ya no nos valen.
Entonces pasa, se acaba el viaje, ya no hay esperanza para lo que decidimos dejar para mañana. Porque todos sabemos que la muerte nos sucederá, pero nadie está realmente preparado para verla llegar. Me sorprende que esto pase siendo la muerte una de las pocas cosas que todos sabemos sin duda que nos ocurrirá.
Quizá sea momento de concienciarnos de verdad. De aprender a vivir. De dejar de postponer, de evitar sentir. De que nos angustie el mañana o nos torture el pasado. Es hora de abrir el regalo, de disfrutar todo hoy, de tenerlo bien claro. De no dar por hecho el mañana, de disfrutar de la gente a quien amas.
La muerte llegará tarde o temprano. Que el viaje no sea en vano.