Despedíamos el año 2022, entre otras noticas, con el fallecimiento de Ratzinger, a la sazón el emérito Papa Benedicto XVI.
Esta noticia, como todas las de este tipo, ha despertado infinidad de opiniones, generalmente positivas propias de un fallecimiento, una de ellas es la del prestigioso colaborador de este medio, como es mi buen amigo Gervasio Portilla, aunque no es menos cierto que también hay división de opiniones.
De hecho, hoy en el diario El PaÍs, mi otro buen amigo, Juan G. Bedoya (uno de las mejores plumas periodísticas de España, y experto en temas vaticanos), publicaba un excelente artículo sobe las luces y sombras del Papa emérito Benedicto XVI, así como las dos únicas renuncias o abdicaciones de papados a lo largo de la historia. También hacia referencia a su formación en las juventudes hitlerianas, de las que abdicó tan pronto conoció el suicidio de Führer, dato que, en justicia, hay que analizarlo en su contexto y juventud.
Adelanto que, reconociendo el talento y la grandísima preparación intelectual de Ratzinger, un hombre que, como escribía Gerva, dominaba diez idiomas y fue uno de los mejores teólogos del Siglo XX, a pesar de ser toda una eminencia en la materia, sin embargo para mí siempre resultó ser un personaje gris dentro de la Iglesia desde sus respectivas posiciones y ello por razones varias.
En primer lugar, empezando por el final, su repentina abdicación, como decía, la segunda de la historia, nunca fue bien explicada ni por él ni su entorno, y esperamos que, a partir de ahora a través de algún medio lo haya dejado plasmado o documentado salvo que sepulte el secreto en su tumba en los bajos del Vaticano, dado que no habÍa motivos de salud ni física ni mental que la precipitaran (pues no estaba incapacitado, al contrario, con buenas facultades mentales hasta sus últimos días, y en condiciones físicas normales para su edad, pues para ser Papa no se requiere ser olímpico), prueba de lo cual es que ha durado más como emérito (10 años) que como Papa (8).
En segundo lugar, se dice que la relación con su sucesor, el Papa Francisco, tampoco era lo fluida que la situación exige o exigía. Con el tiempo conoceremos más detalles, supongo por el entono de este último.
En tercer lugar, mi escepticismo hacia Ratzinger (pues asÍ me referiré a esta figura, pues su apellido pesa más que el adoptado en el papado), proviene del, para mí, injusto y desagradecido trato que dispensó hacia su amigo y compañero de estudios en el Colegio Gregoriano de Roma (santo y seña en la formación espiritual de cargos eclesiales del Catolicismo), como fue el eminente teólogo Hans Küng, fallecido también hace pocos años, quienes a pesar de su juventud fueron Peritos del Concilio Vaticano II, porque ambos eran dos fuera de serie en la materia.
De hecho Küng, fue prácticamente durante toda su vida profesor de TeologÍa en la Universidad de Tubinga, y medió para que Ratzinger, durante un tiempo, ocupara y compartiera su plaza. Küng fue siempre un visionario y postulaba cambios en la iglesia para adaptarse a los nuevos tiempos. Era un hombre formado, yo creo que uno de los mayores expertos que ha habido, y posiblemente habrá, en el conocimiento de todas las religiones del mundo (tiene tratados voluminosos sobre el Islam, el Judaísmo, Hinduismo, etc.), y una de sus proclamas siempre fue el “dialogo interreligioso”, como premisa indispensable para una “paz mundial”, como también fue un incansable promotor de la Fundación de una “Etica Mundial”, entre otras muchísimas cuestiones.
Sin embargo, cuando Ratzinger fue llamado a la Corte Vaticana, y Juan Pablo II le nombró Prefecto para la Congregación de la Fé Católica, el equivalente a la “Santa Inquisición”, como guardián de las esencias del cristianismo y del catolicismo, no le tembló el pulso para retirar a su amigo y valedor Küng de la capacidad y Licencia para impartir doctrina católica en cualquier parte del mundo, así como la retirada de todos sus sacramentos, incluido el sacerdocio, castigo que se hizo extensivo a muchos teólogos en España y América (teología de la liberación), dato que, sin conocer más detalles, dice muy poco favor del emérito Papa, no ya por el desagradecimiento a quien le ayudo, como antes decía, y además amigo, sino por practicar una especie de totalitarismo hacia las corrientes discrepantes, pues debia de haber permitido al menos un debate libre entre las diversas corrientes y materias, tal y como demandan los nuevos tiempos.
Me consta que Ratzinger, tras ser proclamado (o autoproclamado según algunos) Papa, le recibió tiempo después tras ser felicitado por Küng, y llegaron a reunirse y reconciliarse en lo personal, pero inexplicablemente aún a título testimonial no se le levantó el castigo.
Al punto, y este es otro de los asuntos no del todo aclarados, con Juan Pablo II, que, como de todos es sabido, fue un Papa mediático, popular y querido, tuvo como como jefe de máquinas del Vaticano a Ratzinger, no solo al frente de la antecitada Prefectura sino del resto del entramado de la Curia (controlaba
absolutamente todo, desde la doctrina hasta el nombramiento de Cardenales -ello explica su elección como Papa-). Durante dicho período de tiempo a los Jesuitas se los marginó, en detrimento de otras corrientes sectarias como el Opus Dei, “Los Kikos” y los Legionarios de Cristo de Macial Maciel, y otras afines que campaban a sus anchas por Roma.
Y en este sentido, al propio Ratzinger se le acusaba durante dicho período de encubrir los múltiples “abusos sexuales” de Maciel hasta que se destapo todo el pastel, o los aparecidos en la circunscripción de su hermano Obispo en Alemania.
Existen otros puntos oscuros (o grises), tampoco aclarados como fueron las finanzas del Vaticano, la pederastia (aunque en mi opinión se está haciendo demasiada sangre con esto), y otras cuestiones, pero para mi la más primordial es la explicar su abdicación, y su intransigencia a permitir nuevos avances en la iglesia, como son las cuestiones relativas al celibato y diversos temas de actualidad a los que tiene que adaptarse.
En definitiva, esperemos que no tardando, conozcamos mas detalles sobre esta enigmática figura, tanto lo bueno (consta que quería hacer limpieza y no pudo), como de lo menos bueno. DEP.