El pasado mes de Noviembre tuve el placer de asistir a una interesante conferencia en el Ateneo de Santander, pronunciada por el prestigioso economista, Daniel Rodríguez Asensio, Licenciado en Economicas por la Universidad de Valladolid, experto en mercados y asesor en la materia de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Ayuso.
Al final de su intervención, cuando se le preguntaba sobre la actual y convulsa situación económica que nos azota, tanto en España como en el resto del mundo, así como a una (entonces) eventual recesión que se venia y viene advirtiendo, propiciada fundamentalmente por la abultada inflación, subida de tipos, y la invasión de Ucrania, poco mas o menos respondía que, en efecto, él visualizaba una ralentización de la económica, pero no una recesión grave (incluso con un cuadro lo explicaba), dicho de otra forma, nubarrones en el horizonte, pero sin una borrasca severa, “salvo que surgiera lo que los economistas llaman un cisne negro” (“imprevistas” contingencias sobrevenidas por sorpresa), sin que la caída del bitcoin tuviera tal carácter por aquel entonces, a juicio del analista.
Por tanto, con la súbita (por inesperada) quiebra del Silicon Valley Bank en USA, lo primero que se me vino a la cabeza fue si estábamos en este ante el temido y advertido “cisne negro” de la economía a los que se refería el Sr. Rodríguez Asensio, que pueda arrostrar al resto de entidades y países con súbitas caídas y desplomes de las bolsas como primera reacción.
De hecho, todos los paralelismos con el anterior cisne negro, esto es, la anterior y larga recesión provocada la caída (quiebra) de la entidad financiera Lehman Brothers a causa de las cedulas hipotecarias en los años 2007/08, no se han hecho esperar.
Por tanto dicho fantasma ha vuelto a resurgir y está en la mente de todo el mundo en estos momentos, pues supone la caída de un banco emblemático (aunque no sea muy voluminoso), en una zona emergente como es Silicon Valley en Palo Alto (USA), que constituye el templo y epicentro de las tecnologías del futuro con incidencia en estas empresas de nueva proyección (startupps) a las que financia, hasta el punto que incluso anoche en un canal echaron la película “La gran apuesta” que refleja como se gestó aquella profunda crisis de 2007.
Prueba de lo cual, y del pánico inicial generado, es que ha tenido que salir prácticamente el mismo día el Presidente de los USA, Biden, para pedir calma asegurando que los depósitos no corren riesgo.
Lo cierto es que el temor y la incertidumbre ya están aquí, y además de la caída de las bolsas (ayer ser recuperaron algo), ha repercutido en la caída de los tipos de interés, especialmente en el Euribor, en contra de las previsiones de la Reserva Federal y del BCE, como es su mantenimiento o incluso subida para aplacar la inflación.
Ya veremos que sucede y en que para todo esto, y si bien es cierto que algo hemos tenido que aprender y tomar nota de las anteriores crisis, no es menos cierto que, al igual que en aquellas, ha habido similitudes e incorreciones como estas que se me ocurren:
1º Que la causa puede obedecer a la mala praxis (y/o codicia) de algunos desaprensivos (por llamarlos de alguna manera) por haber demasiados riesgos financieros en el el valle de la fortuna. Bien especulando, bien tomando posiciones inadecuadas, pero los fondos y el valor del banco se esfumaron.
2º Que todos ellos son conscientes que los Estados salen al rescate con dinero de los contribuyentes.
3º Que el dinero y el valor que se diluye con la quiebra (no se evapora) se
desvía a alguna parte (a los mismos), dinero que regresará de nuevo para comprar el mismo banco (y las empresas derivadas) a precio de saldo una vez rescatado. Es decir, el mismo modus operandi de siempre.
4º Que no pasa nada a sus responsables, como sucedió en Lehman.
En suma, y como siempre digo, desde mi desconocimiento en la materia, con estos contratiempos se reaviva de nuevo el eterno debate entre intervencionistas y liberales, ¿debe el Estado intervenir ante estas debacles?, o por el contrario, ha de dejar que la economía de mercado lo resuelva de forma de natural y por sus propios medios, como la “mano invisible” que decía, creo recordar, que Adam Smith.
En mi opinión lo que debe hacer el Estado, a cualquier nivel, más que rescatar con dinero de todos, debería controlar “ex ante” para evitar estas incorrecciones, y también “ex post”, para exigir responsabilidades a quien corresponda, no se pueden ir de rositas (en Lehman solo hubo un detenido). De lo contrario, estos fenómenos (duren mucho o poco) se seguirán produciendo.
Por tanto, advertidos estamos, confiemos que esto no sea el temido cisne negro, y que las aguas vuelvan a su cauce, pero cuidado, el dinero es cobarde, y una cosa son los mensajes que nos propagan los medios, como portavoces políticos o expertos de circunstancias, y otra la realidad subyacente que desconocemos, y cuyos efectos pueden aflorar no tardando como sucedió en la antecitada crisis del 2007, y su repercusión sobre las preferentes, así como la de las tecnológicas de los años 80, pues como decía, estos fenómenos se producen una vez cada dos décadas.