Para los que vamos siendo cada vez “menos jóvenes”, nos está pillando a contrapié (o a pie cambiado, como se prefiera) alguna alteración gramatical o terminología puntera, bien propiciada por la pandemia (termino hasta no mucho en desuso), cuyo protagonismo viene justificado por el covid, etc., o porque simplemente corren nuevos tiempos y nuevas percepciones de la realidad, lo cierto es que nuestro espectro gramatical y conceptual está ensanchando (o estrechando) los horizontes lingüísticos.
Por eso, voy ver si soy capaz de solapar algunos de ellos un tanto artificiosamente.
Ya en el año 2016, se puso de moda el término (y palabra) “posverdad”, utilizado en muchos ámbitos como la quintaesencia de una versión de la verdad oficial un tanto singular, como es la de aquella realidad de los hechos aderezada por las emociones o creencias personales, todo ello sin una definición clara (ni su propio autor, un polaco Thesis llegó a ser capaz de hacerlo), con muchos adeptos mediáticos, acepción que parece ya haber caido ya en desuso.
Sin embargo, nos estamos familiarizando también con otros términos, menos filosóficos, que se han “implementado” en nuestra sociedad de forma “transversal”, inclusive todas las derivadas del lenguaje “inclusivo, inclusiva, inclusive” (valga la redundancia), por lo que tenemos que “empatizar” con estos nuevos tiempos y causas, todo ello para “socializar” convenientemente, para no “implosionar” cuando nos adentremos en el “metaverso”.
Como diría aquel, nos van a cambiar hasta el apellido. Buen dia.