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jueves, abril 18, 2024

MONOPOLIO-OLIGOPOLIO Y LIBRE MERCADO

El pasado año, en el mes de Febrero, tuve la suerte de participar en el Campeonato de España de Media Maratón en Sagunto (Valencia), y de regreso (en coche), pude disfrutar de un paisaje precioso como era el de los verdes naranjales con su fruto redondo llamando la atención como bolas de navidad colgadas de los mismos, lo que me resultó estéticamente precioso, razón por la cual, tomé una salida de la autopista del Mediterráneo (iba camino de Barcelona), y paré a sacar unas fotografías y a coger media docena naranjas para probarlas y para ambientar el vehículo,  fruta  de la que soy habitual consumidor especialmente del zumo. 

Pues no hace muchas fechas, en un supermercado LUPA, vi que las naranjas venían de Argentina (así figuraba en la etiqueta), lo que me dejó totalmente perplejo y sorprendido, pues inocentemente pensaba que eran producto nacional, ¡que equivocado estaba¡. 

En el día de hoy me pasan un video de un agricultor valenciano, con todas las naranjas en el suelo, caídas por las fuertes lluvias de la borrasca que actualmente azota Levante, quien comenta que no puede retirarlas del campo, y no es por la huelga del transporte, sino porque los mayoristas (grandes almacenes), decidieron antes de la cosecha importarlas de Sudáfrica donde les resultan más baratas, cifrando las pérdidas en dicha finca en 22.000 euros, tirando por la borda un año entero de trabajo y toda la cosecha. 

Por tanto, conectando estos datos, en plena globalización, y con estas convulsiones económicas (además de las sanitarias y bélicas) las reflexiones que se me ocurren, en lo que a alimentos de primera necesidad, además patrios y de la mejor calidad, respecta, me asaltan a la cabeza son las siguientes reflexiones

1ª).- Veo que sigue sin resolverse el “mal” endémico que escuchábamos desde jóvenes, como era el papel del intermediario que encarecía los productos, ahora más activo que nunca, o el mayorista, con los clásicos ejemplos del pescador que en la lonja le pagan los bocartes a 0,50 céntimos kilo, mientras que en la plaza el consumidor lo pagamos en tornos a 6 euros, y lo mismo sucede con la leche, con la carne, y por lo que veo con las naranjas, incrementando el precio, sin riesgos, la cadena entre el productor y el consumidor en más de un 70%. 

2º).- A esto, se le añade en los últimos tiempos otro factor, la globalización, de tal modo que, como es publico y notorio, no solo competimos entre los países miembros de la UE (no debemos olvidar cuando en Francia nos volcaban los camiones de fruta), sino también con el resto del mundo, pues los mayoristas manejan cantidades ingentes de producto a menor costo (véase el ejemplo de la naranja sudafricana o argentina), pero de peor calidad, sin importar la distancia. 

3º).- Por si no fuera suficiente, a mi modo de ver (y lo digo desde el punto de vista de mero espectador y consumidor), se ha unido a esta fiesta otro factor, como es la concentración en pocas manos de losoperadores de los mercados” (imagino que son los que controlan los grandes abastecimientos, y supongo que los opacos Fondos de Inversión), no solo en los productos alimenticios y de primera necesidad, como aquí vengo a constatar, sino en el resto de productos y bienes y servicios (financieros, sanitarios, combustibles, transporte, etc., etc.), de tal modo que, en apariencia puedan parecer un Oligopolio, en la práctica vienen funcionando en régimen de Monopolio (proveedor único), pues en la mayoría de los casos se ha demostrado que conciertan los precios a modo de cárteles, cargándose o eludiendo las leyes del mercado y de la libre concurrencia. 

Por tanto, la figura del intermediario (atribuida a los judíos), con el paso del tiempo no solo no ha desaparecido (a pesar de los intentos del pasado de evitarlo, mediante el sistema de cooperativas, por citar un caso), sino que se ha visto fortalecida y más con las nuevas tecnologías.  

Como ejemplo de esto último lo tenemos en la aplicación de móvil UBER. Esta entidad no tiene ni un solo automóvil, ni un solo chofer, y sin embargo se esta constituyendo en la mayor plataforma de transporte urbano del mundo, con mayor capitalización y valor en Bolsa que el Banco de Santander.

Sin embargo, en este puntual caso, hay que decir, que su irrupción ha servido para acabar con el monopolio del Taxi, al menos en España (y también en USA, donde creo que ya han llegado a un acuerdo con los taxis amarillos), para abaratar los servicios tanto en precio como en calidad. 

Por tanto, a mi modesto entender, el Estado debe estar muy vigilante con todos estos operadores, de tal modo que, respetando las leyes del mercado y de la libre competencia, debe preservar y conciliar los intereses de los productores (como el de las naranjas, o el transporte autónomo, como ejemplos recientes y candentes), con el del precio y la calidad, y los productos nacionales, con mayor seguimiento, y con un severo régimen de sanciones, más allá de las económicas, que son las que menos les preocupan. 

Pero a nosotros sí, porque estamos en un escenario donde el último dato de inflación nos acerca al 10% lo que es altamente preocupante

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