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viernes, abril 19, 2024

LO POLÍTICAMENTE CORRECTO

Estamos acostumbrados escuchar la frase de que alguien es “políticamente correcto”, cuando actúa con excesiva cordura, prudencia y comedimiento, lo que está muy bien, cuando sus manifestaciones suelen ir dirigidas a no generar desencuentros, debates, ni a granjearse adversarios o enemigos, pero sobre todo criticas adversas, pero sin abusar de ello porque se corre el riesgo de ser demasiado plano. 

Por tanto, cuando se dice de alguien que es o “actúa de forma políticamente correcto (a)”, sus declaraciones son normalmente previsibles, tópicas, huérfanas de detalles o frases críticas y mucho menos hirientes, pero lo más significativo es que, quien así actúa, está incurriendo en muchísimas ocasiones en una especie de reserva mental, o al menos no se manifiesta públicamente sobre su verdadero sentido de las cosas, evitando ciertas opiniones o ideas que anidan en su mente y que, por unas u otras razones, se quedan escondidas en su cerebro, para no generar animadversión. 

Por ejemplo, el Rey Felipe VI se viene moviendo durante su mandato bajo este prisma actuando de forma políticamente correcta (pues como diría Sabina, tan alto, tan rico, tan guapo, tan modosito), actuando de forma extremadamente reservada, discreta, sin nadar contracorriente (en este escenario político), a pesar de que estoy plenamente convencido que su pensamiento es otro y que en determinados aspectos, actúa o deja de  actuar, por miedo a como pueden interpretarse sus actos o palabras,  pero esto seguro de  no como le gustaría.

Por ejemplo con determinadas cuestiones territoriales, o su pasividad ante los ataques desde distintos lados a Instituciones del Estado, como la propia Corona, el Poder Judicial y otras instancias, o como viene  actuando con su Padre, al que no va a visitar ni siquiera cuando fue a Abu Dabi, lo que en mi opinión dice muy poco de su parte, pues al margen de los errores que Juan Carlos I haya podido cometer (que ha cometido, como todos en la vida), ante todo es su padre, y este dato no puede desconocerse ni obviarse, ni justificarse como  cuando vino recientemente a España que fue recibido con alfileres. Pues mire usted yo creo que usted no esta actuando bien ni como hijo ni como Monarca, a mi modo de ver. 

Podemos decir lo mismo en otros ámbitos, como por ejemplo Rajoy, un hombre que al margen de su condición de gallego (no sabemos si sube o baja), es una persona neutra (nunca supimos su ideario para España) ni nos enterábamos de sus discursos ni debates (salvo alguna ironía); o en el Deporte, como es el caso de nuestro queridísimo Nadal, que no dice una palabra más alta que otra, aunque últimamente se viene soltando vertiendo ya algunas criticas respecto al veto a los tenistas rusos; o el propio Cristiano Ronaldo, Federer, etc., lo que hasta cierto punto es lógico porque son deportistas y además de su talento (y talante) han de dar ejemplo de buena conducta y fair play a los jóvenes. 

Sin embargo, hay otros casos de deportistas completamente distintos, como por ejemplo Joahn Cruyff, o nuestro Severiano Ballesteros, ambos genios consumados en sus respectivas disciplinas, pero que, a mi juicio,  no actuaron con arreglo a los cánones de lo “políticamente correcto” sino todo lo contrario (lo políticamente incorrecto), y ello porque se encontraban en una atalaya mediática, social y económica pero sobre todo dotados de una  altísima sensibilidad social, que les permitía hacer declaraciones ácidas, contracorriente, denunciando aquellas cuestiones que, bajo su punto de vista, y el de mucha gente no eran justas.  

En el caso de Cruyff, nada más llegar a España peleó para que su hijo, a pesar de no ser español, se llamara Jordi en contra de la prohibición en este aspecto del Régimen de Franco, cosa que no hicieron muchísimos políticos que luego se jactaron de ir contra el sistema y estaban calladitos (miles) y sin embargo el gran Johan se enfrentó con absoluta convicción y sin temor hasta que consiguió inscribirlo.

También se peleó con los Presidentes del Barcelona y del Ajax, cuando pensaba que no actuaban correctamente, o que se movían dentro de la incompetencia o de la prepotencia. Lideró la lucha por los derechos de los futbolistas para que tuvieran seguridad social, y como buen holandés se les incentivara para que tuvieran recursos tras la retirada del futbol.

Lideró los vestuarios e incluso hacia los fichajes pensando en lo mejor para el club, deportivamente hablando, no por llevar comisiones cuantiosas, como sucede en muchas ocasiones con los Presidentes. 

Y lo mismo cabe decir de Severiano Ballesteros que no tenia pelos en la lengua a la hora de criticar y promover la popularización del Golf, deporte genuinamente elitista, y ello porque él venia de abajo. Seve se enfrentó a las autoridades del Golf para hacer muchas reivindicaciones económicas en premios, especialmente en Estados Unidos donde a los europeos se les pagaba menos por sus participaciones y también por los fijos de salida.

Severiano hacia declaraciones ácidas contra quien fuera o actuara injustamente a su juicio, o cuando en TVE cuando no se retransmitía el Golf, o se interrumpía, como le sucedió el Britis Open el torneo más importante del mundo que iba liderando, para emitir una carrera de caballos, o cuando lanzó duras críticas a su ex suegro el todopoderoso, Emilio Botín

En ambos casos puede decirse que estos crak en su respectivas disciplinas, no actuaban de forma políticamente correcta, pero en mi opinión actuaron de forma honesta y justa, para realizar reivindicaciones colectivas, porque además de estar excelentemente dotados para su deporte, tenían también cerebro, y lo que es para mí más importante, como anteriormente decia una solidaridad y sensibilidad  con su entorno. 

Quiero hacer esta reflexión, y romper una lanza en favor de quienes actúan, o actuamos modestamente, de forma “políticamente incorrecta”, entendiendo como tal, decir lo que pensamos, y, por supuesto, pensar lo que decimos, aunque acertemos o estemos equivocados, pero de forma sincera, honesta, pero también crítica, y siempre con el ánimo constructivo, y con el objeto de hacer que las cosas sean mejores en nuestro pequeño entorno

Hay otros casos, públicos, como el de nuestro Presidente, M.A. Revilla, del que podemos decir que no está ni un lado ni en el otro (de lo políticamente correcto o incorrecto), al que debemos encasillar en el lado cómico (con el debido respeto a esta profesión), habiendo intercambiado los papeles en este sentido con “Felisuco”, pues éste (cómico  de profesión, y además bueno) ha abdicado temporalmente de la misma mutando a político, pues a través de la formación de Ciudadanos ha entrado en el Parlamento de Cantabria, abandonando también a Josema (Martes y trece).  

En cambio Revilla ha cambiado la política por los tablaos (platós de televisión), yendo de sarao en sarao a decir sandeces, pues sus declaraciones no son ni criticas ni alabanzas (va a despellejar sin fundamento a la gente, como por ejemplo al emérito, olvidándose que le invito a la boda de su hijo Felipe VI, donde adquirió popularidad al contar en todas las TV las intimidades en el baño de la realeza europea), la última criticando a los trabajadores del sector del metal por utilizar su Derecho Constitucional a la huelga, lo que es muy grave, sin aportar nada a nuestra  Comunidad Autónoma (exceptuando la publicidad del sobao y la anchoa, contra lo que no estoy en contra).

Pero lo llamativo es que siempre se posiciona a favor del fuerte (del Gobierno de turno al que no reivindica con seriedad y argumentos lo que necesitamos) y casi nunca del débil como vemos con los trabajadores,  ganaderos, hosteleros, etc, etc., pero los ciudadanos de Cantabria no le pagamos para eso, le pagamos para gestionar y gobernar, no para hacer gracias, y todos nos estamos dando cuenta de ello menos él, y siento vergüenza ajena por la deplorable y patética imagen que se da de sí mismo y de Cantabria a la que nos representa. 

Por tanto, quiero romper una lanza en favor de aquellas personas de todo tipo y condición que, dentro de los cánones precedentemente expuestos, realicen declaraciones o actuaciones que sean políticamente incorrectas, pero honestas, fundadas y constructivas, pues desgraciadamente no hay tantas, por unas razones u otras. 

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