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sábado, abril 20, 2024

Las manos de Pedro Sánchez

No se me interprete mal al hablar de las “manos” de Sánchez (ni meter ni sacar la mano de parte alguna, lo que seria harina de otro costal). Simplemente he de confesar que las manos (manazas) de Pedro Sánchez hace tiempo que me vienen llamando la atención, pues, como indispensables elementos físicos que son del género humano (también de los primates), no se por qué razón, contienen o transmiten, en mi opinión, una información adicional sobre la personalidad y/o carácter del individuo (a); es decir, reflejan muchos aspectos de la persona, al tiempo que cumplen una función estética o lingüística incluso (expresión por signos). 

Yo no soy ningún experto quiromántico, ni creo tampoco en que los designios de la persona vengan marcados o escritos en la palma de la mano, como se afirma, pero tampoco seré yo quien lo contradiga. Aquí me refiero a otra cosa. Pedro Sánchez, persona dotada de un físico aceptable, e incluso y según los medios atractivo, sin embargo las manos lo traicionan

Las manos (valga la redundancia, término que emplearé abusivamente en estas líneas) de Pedro Sánchez, parecen manoplas, pues además de ser enormes, sus dedos son excesivamente longilíneos y aporrados, aderezado con un uso inadecuado de las mismas, de tal modo que no acompasan ni refrendan ni enmiendan su vacío discurso. 

Me explico. Lógicamente no las va a esconder, pero desde luego tiene que hacer el uso justo y necesario de las mismas, en lugar de exhibirlas en primer plano como hace excesivamente, pues, como trato de decir, no son su fuerte, morfológicamente hablando, al contrario de lo que sucede con otros personajes cuyo físico no es el del que nuestro Presidente,

Por ejemplo se me ocurre Alfonso Guerra, dotado de unas manos elegantes, expresivas, que en este caso sí que acompasan con la serenidad de sus reflexiones, de forma estética y transmitiendo conocimiento, preparación y convicción, o incluso las de Pablo Iglesias, más finas revelando estar mejor preparado intelectualmente, aunque con un discurso utópico. 

Sin embargo, Pedro Sánchez (siguiendo instrucciones de sus asesores, supongo), las entrecruza en las ruedas de prensa en el atril de Moncloa, tratando de esconder o simular su desproporción al tiempo que intenta transmitir muestras de bondad en sus huecos y fríos discursos, lo que tampoco encaja con su perfil ni con el escenario político, al ser dicho gesto más propio del ámbito religioso. 

Y lo mismo sucede cuando opta por gesticular con ellas, también lo traicionan, pues a diferencia de otros personajes, se nota que las mueve teatral y artificiosamente, sin alcanzar el fin primero y último que seria transmitir credibilidad, y ratificar o bendecir sus palabras y sus mensajes, y desde luego a mi no me lo parece que lo consiga. 

Las manos de Pedro Sánchez tampoco son las manos curtidas de un labrador, o las de un operario con trabajos físicos, sobrias pero al tiempo bellas pues llevan acuñado el signo del trabajo como han reflejado muchos pintores y retratistas, o las finas manos del pianista, o del escritor, o las sobrias manos de un deportista que tienen las venas marcadas, como reflejo de una actividad intensa y de esfuerzo.

Las manos de Pedro Sánchez están lejos de todo ello, y también de las de un intelectual, o de un pensador; las aporradas manos de Pedro Sánchez, no transmiten nada, al contrario, rompen la estética del personaje, al tiempo que evidencian la ausencia cualquier atisbo de profundidad, preparación o credibilidad, y en este caso retratan fielmente la inconsistencia del personaje

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