Al leer la palabra que titula este artículo, a muchos les traerá una imagen interior idéntica o parecida al famoso cuadro de Diego Velázquez “La Rendición de Breda”. Representa la capitulación de un territorio resultado de una batalla.
No es este tipo de rendición el único y me atrevo a decir que tampoco el más frecuente. Existen otras formas de sometimiento larvadas o atenuadas, pero no por ello menos dañinas y vergonzantes, me refiero al colaboracionismo en sentido amplio.
Comienzan a surgir opiniones sobre lo que el nuevo Ejecutivo de Sánchez debe de hacer y de qué manera los otros poderes del Estado, entre ellos las comunidades autónomas, deben adaptarse al futuro gobierno de España para defender sus propios intereses (a lo mío). Es esta una idea miope que contiene la amnesia respecto a lo que Sánchez y su partido acaban de instaurar: la desigualdad entre los españoles dependiendo de la región en la que habiten.
Quienes desprecian, por un pragmatismo estéril, hechos esenciales recientes contra la convivencia, como son, entre otros, el ataque a nuestra Constitución y a la verdad, están apadrinando posturas edulcorantes. Son agentes encubiertos y promotores de una adaptación errónea al nuevo periodo histórico que en España se inicia.
Al obviar la causa, es decir, la inescrupulosa ambición de poder compartida entre las izquierdas y los separatistas-nacionalistas, se alienta su olvido. Los que disimulan que en nuestro país lo acaecido es una mera negociación para una investidura, normalizando los acuerdos adoptados entre el PSOE y los antiespañoles, están errados sobre las consecuencias futuras de tales pactos. Sin querer ser conscientes están alentando una amnistía velada del atentado antidemocrático que aquel y los suyos acaban de cometer.
Recomendar que las administraciones de Cantabria continúen reclamando las inversiones en infraestructuras es una cuestión que no admite debate en contrario, es tan obvio como obligatorio para sus responsables que se han comprometido a defender los justos y compartidos intereses de los cántabros, pero en la situación actual en la que el presidente del gobierno de España ha llegado a serlo a cambio de dar la razón a los que promovieron el enfrentamiento institucional, es muy insuficiente.
Depositar en la voluntad de Sánchez el progreso económico de nuestra Región es igual que pedir peras al olmo, primero, porque los cada vez más escasos recursos financieros del Estado irán destinados a las comunidades autónomas que regentan sus socios, segundo porque aquel no ha dejado duda alguna de cuál es su prioridad: el poder y sus socios separatistas tampoco la suya: conseguir todo lo que quieren utilizando el chantaje si fuera necesario.
Debemos aceptar la realidad asumiendo que la situación política en España es anómala y que esta durará al menos cuatro años, sus consecuencias perjudiciales para Cantabria nos amenazan, tenemos que hacer mucho más que pedir o exigir a la Administración del Estado. De ella, muy probablemente, solo obtendremos buenas palabras y migajas presupuestarias.
Lo primero es estar unidos, todos menos aquellos que han promovido o consentido la degradación de nuestros derechos, las falsas adhesiones son contraproducentes para la unidad y la acción. Lo segundo, buscar con ahínco, no basta con decirlo, no es momento para la propaganda, la eficiencia y la eficacia en la gestión de la cosa pública. ¿Estarán nuestros políticos y dirigentes civiles a la altura que el momento histórico requiere?
Yo no me rindo.