La pluralidad política camina lentamente en España, a una situación de suma gravedad.
El actual Gobierno, controla el Tribunal Constitucional, el CIS, la Fiscalía, Defensor del Pueblo, la Mesa del Parlamento, infinidad de medios de comunicación que indirectamente hacen de altavoces del Gobierno; ahora, estira también sus tentáculos a empresas públicas como Indra y seguro que me dejo muchas cosas más.
Vemos como altos funcionarios del Congreso, presentan en masa su dimisión, parece ser, que supuestas intromisiones o decisiones que no comparten.
El estado de derecho necesita de equilibrios y cuando esos equilibrios se rompen, la democracia queda herida, y se entra en un estadio diferente, de control de casi todo y de seria amenaza para las libertades colectivas e individuales.
Cuando la Fiscalía, más parece dar sensación de defender al Gobierno y sus intereses que a los ciudadanos y al derecho, la Fiscalía, pierde credibilidad y se entra en una situación de desamparo para el ciudadano, indefenso y débil ante el poder del Gobierno de turno.
Estamos perdiendo poco a poco nuestro estado de derecho, y cuando nos queramos dar cuenta, todo será muy tarde.
Cuando un Gobierno está obsesionado por controlar todo, debemos de desconfiar profundamente y pensar que puede existir detrás de todo ello.
