Marcelino Pérez.
Cuando surgen problemas de orden público, de crecimiento de la delincuencia, de violencia desmedida, etc. quienes se niegan a reconocer la necesidad de aplicar correctivos a los culpables aducen que lo que se necesita es educar a las nuevas generaciones y no penalizar a los autores. Por desgracia la realidad topa con la utopía.
El pasado fin de semana se produjo un incidente bochornoso en un encuentro femenino de fútbol en Cantabria, entre club Nueva Montaña y el Osasuna B. Un grupo de personas insultó gravemente y de forma reiterada a varias jugadoras del Osasuna B. Los autores de esos hechos son -presuntamente siempre el presuntamente por delante- unos jóvenes en su mayor parte menores de edad.
Esos descerebrados no se han formado en la dictadura franquista, ni en un medio social que no tenga reconocidos todos los derechos a las mujeres.
Lo han hecho en unos centros educativos bien reglados y regidos por unas leyes generalmente emanadas de gobiernos progresistas.
Esto demuestra que trabajar la educación es imprescindible…pero no suficiente y por ello se debe adaptar la legislación para que este tipo de delitos y otros muchos no queden, de facto, impunes.
La educación sirva para mejorar a la mayoría de personas, pero siempre existe una minoría que rompe las normas y agrede al resto.
Para esa minoría es preciso aplicar correctivos. De otra manera lo que se manifiesta es que cumplir la ley no otorga ninguna ventaja porque quienes la quiebran al final no padecen ninguna consecuencia.