La tensa situación en Venezuela, con la persecución de la disidencia y el secuestro por parte de comandos incontrolados de familiares de políticos (como es el caso del yerno de Edmundo González líder opositor y vencedor de las elecciones, cuando iba a recoger a sus hijos al colegio) es una muestra clara de la desesperación del narco-régimen en los momentos actuales.
No se respetan los derechos humanos más básicos, se persigue al disidente en una muestra clara de lo que es una dictadura comunista atroz.
Por ello hay que preguntarse, cómo es posible que un gobierno como el de España, que se dice democrático, no haga ni diga nada ante esta dramática situación.
Esta forma de actuar del ejecutivo español solo puede ser entendida desde la posible existencia de intereses inconfesables de personas cercanas al gobierno o, lo que sería aún peor, informaciones en poder del gobierno sátrapa de Venezuela que pudieran comprometer muy gravemente al gobierno español.
En cualquier caso, sea por la causa que fuera, la actitud de España nos debiera causar muchas preocupación a los españoles, porque deja bien a las claras la catadura ética y moral de unos dirigentes que miran hacia otro lado ante la opresión y violencia de una dictadura cruel. Mientras, en España, se dedican a hablar de un dictador que murió hace casi medio siglo en la cama y que sin duda durante su dictadura, al menos España, experimentó un gran desarrollo, cuestión que nunca sucede en las dictaduras comunistas.
Deberíamos tomar nota de qué tipo de personas nos dirigen ante lo que pueda suceder en el futuro.
También nuestra democracia se juega en Venezuela.