Volví a Ikea. Sé que había prometido alejarme de esa especie de fascismo del orden, la ecología y el futuro sostenible, pero me faltaban cajitas, y bolsitas, y cosas con cremalleras y un juego de escoba y recogedor que hay que montarlo, trae instrucciones y hasta un teléfono de ayuda por si te atascas.
Yo no soy Mari Kondo por varios motivos: no soy japonesa, no soy diminuta y no hablo con mis camisetas gastadas diciéndoles: “os he amado hasta hoy, fuimos felices pero todo tiene un final. Es mejor que cada una tome su camino.…al contenedor”.
Imagino que hacen lo mismo con sus hijos cuando cumplen los dieciocho: “gracias por hacerme sentir la maternidad y presumir de fotos, hala, de okupa a la nave industrial. Un besito. Os quiere, mummi”
Yo no tiro nada. La verdad tengo muchas cosas con valor material…será por eso quizás que la palabra tirar no la entiendo….Todo tiene valor espiritual, emocional. Así que, ¿por qué despreciar un calcetín desparejado? Guardémosle, démosle cobijo por si aparece su gran amor.
Resultado. Que necesito cajitas, y bolsitas, y barras para colgar cosas que son como armarios sin paredes, y cajas de zapatos para guardar zapatos y cajas falsas de zapatos con ventanita para que se sepa qué amigos están dentro. Soy como Imelda Marcos pero sin Reino ni súbditos….
Total que fui, y luego a comprar caprichos de comer. Y me dice mi amiga “mira Coco, a tí que te gusta el caviar (huevas de lumpo, y vas que te pelas) ,lo venden barato y en tubo como de pasta de dientes.
Anduve mirando por allí a ver si vendían el champán en spray, pero no se les ha ocurrido aún. Patentaré la idea no sea que me la roben. Imagino que habrá que tomarlo en compañía, uno va sacando la lengua y el otro rociando.
LLego a la caja de la comida gourmet y había una señora delante de mí. La cajera amabilísima. Y en eso viene un chico, rondando los cuarenta, pinta de profesional , de clase media. Y enseña su teléfono: “es que hoy es mi cumpleaños y me han enviado un recado para que venga porque me invitan a un café y un trozo de pastel”.
Juro que no me lo invento. Habrá tenido que atravesar el tráfico, llegar a ese polígono industrial, gastar gasolina, aparcar, echar la mañana, pero el señor no se queda sin su café gratis. “Arriba, arriba está el pastel” le dicen…Y ¿el café? Allí, allí también se lo dan para que se lo tome con el pastelito.
En eso interviene la señora que estaba pagando. ¿De verdad ofrecen eso? Si, si es usted miembro del Club Familiar, se le invita por su cumpleaños. ¡Uy, pues nosotros somos tres!(Como no cumplan el mismo día, pensé, tres viajes..)
¡Y el cumpleaños de mi marido fue la semana pasada!( ya solo le faltan 51 semanas para el cafetito, pensé)
Luego llegamos nosotras a la caja. Habíamos cogido, entre otras cosas, un pan con chocolate y naranja que tenía una pinta…Pero no había bolsita donde meterlo se habían acabado.
Andar con un pan desnudo e ir apoyándolo en los mostradores, no me apetecía, así que, como guantes de plástico sí que había, tomé dos y puse uno en cada punta. Ahí fue el panecillo a que lo apuntaran en la cuenta, con diez dedos que le colgaban.
Y la cajera tan contenta, me dijo “la idea es buena” ( el pan pulpo, pensé), pero voy a ver si faltan bolsitas.
Continuará…. Es un mundo fascinante y surrealista cada viaje a Ikea…. Si entras y sales sin anécdotas no has estado en este lugar donde tus actos y el de los demás revelan que somos más raros de lo que pensamos….
Coco Bari, ©©®
