Franco era de todo menos idiota.
Como cualquier dictador un poco espabilado sabía que no te mantienes en el poder sin convocar elecciones si no es untando por todos los puntos cardinales, es decir, pagando arriba, abajo, a la derecha y a la izquierda….
Claro que no iba a pagar “de lo suyo”, pagaba permitiendo hacer barrabasadas urbanísticas, por ejemplo….
Las diputaciones provinciales y los alcaldes franquistas podían hacer lo que les saliera del clavicordio o la mandolina, ambos instrumentos musicales…
Así, al lado de una preciosa ermita románica levantaban un horror de seis pisos con la medianería enfoscada y sin pintar, no sea que los pobres se acostumbraran a que les acabaran las cosas.
Un horror detrás de otro….
Hace no mucho, viajando por Portugal, acabamos en un festival en Paredes de Cura, un pueblo muy al norte del país.
Se nos ocurrió pasar a Tui, en la frontera gallega con Portugal y se nos cayó el alma a los pies.
A lo peor es que se trataba sólo de la zona por la que habíamos entrado, pero es uno de los mayores desastres de estética urbana que he visto en mi vida.
En los años 60 , cuando el desarrollismo impulsado por la salida de la autarquía, las remesas de los emigrantes y los primeros turistas en manada a las playas españolas, había dinero…. Todo el mundo trabajaba…. Cuando Franco había trabajo, mucho… Tanto que los padres de familia solían tener dos y otro parcial para los domingos…
Y las madres de familia, que de limpiar sabían un rato, también limpiaban todo lo que podían, cobrando algo…
No había vacaciones, ni chicos estudiando, ni coche, ni bodas ni bautizos caros (pocos), resultado, se ahorraba, concepto que hoy suena a un imposible.
Con el ahorro se podían comprar uno de aquellos pisos de los “Paco el pocero” de la época. Setenta metros cuadrados, tres habitaciones: matrimonio, niños y niñas y un pequeño baño con media bañera y cortina.
Aquello era un lujo para los que procedían (la mayoría de la incipiente clase media baja), de pisos alquilados sin baño y con retrete en la cocina, buhardillas llenas de humedades, casas bajas de pueblo con corral, realquilados de habitación con derecho a cocina. Era la época en la que con Franco “había paz”.
Trabajo, un montón, salarios.. bueno eso , era otra cosa… Derechos sociales, había algunos, si, para los que trabajaban en blanco, unos pocos.
Era la generación del “sí señor, para lo que ud tenga a bien mandar, aquí estamos para servir..”
Tener tu propio piso, en propiedad era un lujo inalcanzable para muchos todavía, pero sí para algunos.
Aquellas moles a las que se concedían licencias por parte de los ayuntamientos sin otro criterio que haber pasado por el colegio de arquitectos que, a su vez, se conformaba con el cálculo de estructuras y poco más….son ahora nuestro paisaje urbano.
Es dificil entrar en un pueblo sin que te entren ganas de llorar.
El mío tiene zonas preciosas y una calle principal a la buena de Dios por la que se entra al pueblo, entrada presidida por establecimientos industriales y un gran tanatorio, que se vea bien. Garajes donde arreglan coches, un montón de botellas de butano, edificios de ocho plantas..
Hubo un día, no se qué día fue ese, que a las clases populares se les privó del disfrute estético.
No hace falta que habiten pueblos bellos, ni que vistan ropas bonitas, ni que se escuche buena música… que luego se acostumbran.
En la Inglaterra shakespeariana las clases populares no podían vestir como quisieran aunque pudieran pagarlo porque. “No les correspondía”. La belleza les estaba vetada.
¿Qué se habrán creído?
“Pasan de la alpargata al seiscientos y luego se creen alguien” se decía aquí, claro que cinco siglos después….
Pocas cosas hay más revolucionarias que la belleza porque el cuerpo se acostumbra a comer poco pero si se acostumbra a no admirar nada, a no abrir los ojos, a no extasiarse con algo bello, el alma muere.
Y con el alma muerta, ya no merece la pena vivir.
El alma se muere antes que el cuerpo pero necesitamos que venga algún listo, alguna lista, y nos lo explique.
Hoy en día, las clases populares se compensan comiendo, todos los restaurantes a rebosar…
Comer, comer, comer, comer y seguir comiendo.
Porque tenemos hambre. Hambre de espíritu de tanta belleza como nos han, y nos siguen robando….
Voy a ver si me retiro algunos dias a disfrutar de un sitio bonito…
Que sea bonito, que no lo destroce un Paco el Pocero…
Coco Bari ©©®