Por Luis G. Cobo
Una nota previa: A la hora de escribir este artículo, 16,45 horas del día uno de abril, no he visto respuesta alguna del expresidente Revilla a la demanda del rey Emérito.
Miguel Ángel Revilla ha pasado -él mismo lo confiesa- de la admiración hacia la figura Juan Carlos I a una persecución implacable. Revilla se ha prodigado, en las televisiones y los periódicos, en críticas contra Juan Carlos I. Ahora, con el Emérito libre de responsabilidades (sólo ante Hacienda y la historia) y Revilla aforado como diputado regional de Cantabria, el que fuera rey de España ha tomado una decisión arriesgada: Denunciar a Revilla por «expresiones injuriosas, difamantes y oprobiosas que suponen una grave calumnia» y que fueron realizadas en los medios de comunicación entre octubre de 2022 y enero de 2025, según el comunicado hecho público por Guadalupe Sánchez, abogada del novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y contratada ahora por el monarca para reclamar a Revilla 50.000 euros por daños morales.
El “quiz” de la cuestión radica en que Revilla, que siempre tuvo la lengua muy suelta, ha lanzado acusaciones que serán difíciles de probar, porque una cosa es que se diga, se rumoree, que Juan Carlos I tiene una fortuna fuera de España y otra probar ese presunto hecho.
En todo caso, esta denuncia alarga la vida mediática del de Polaciones, porque es la primera vez, que se sepa, que el rey Juan Carlos acude a la Justicia para defenderse de unas acusaciones. Y eso dará mucho juego en las televisiones y en programas de cotillas varias. Por el momento la abogada de Juan Carlos I pide que Revilla rectifique sus acusaciones en los mismos medios en los que las lanzó y parece poco probable que eso suceda. De rectificar Revilla pondría una mancha en su currículum en la última etapa de vida política. Tras el desastre de la errónea identificación de las anchoas de Cantabria, en una cata organizada por TV3 de Cataluña, admitir su error en el asunto de la fortuna del rey Emérito sería perder el capital de popularidad de acumuló Revilla a lo largo de los años.
La respuesta de Revilla será decisiva para saber si la denuncia de Juan Carlos I llega a ser estudiada por el juzgado o si se queda en un amago. Lo cierto es que el paso dado por el Emérito supone un aviso a Revilla de que las palabras no son inocuas y que cuando se acusa hay que hacerlo con pruebas en la mano.
Mientras, Cantabria sigue perdiendo músculo, con el anuncio de la fábrica de neumáticos de Torrelavega de despedir trabajadores y reducir producción. La herencia de Revilla, anclada en el pacto no escrito entre el PP y el PRC, sigue dando amargos frutos.