Por Marcelino Pérez.
El mes de julio comienza y en el PP ni rastro de la convocatoria del Congreso Regional. El aplazamiento de este congreso es una señal clara de que la dirección del partido, la de Casado y la de Feijóo, apenas tienen interés en lo que suceda en nuestra comunidad.
La dirección nacional del PP, con Íñigo de la Serna en ella, no desean a Sáenz de Buruaga como líder, pero saben que descabalgarla será costoso y han preferido dejar que sea ella quien se enfrente a Revilla y los socialistas en las elecciones de mayo de 2023.
Confían en una victoria, nada raro si se contemplan las encuestas y la caída experimentada por el PSOE en Madrid, Castilla y León y Andalucía, pero saben que será un triunfo insuficiente, ya que el PRC de Revilla, aunque perderá fuerza y dos o tres escaños seguirá siendo la llave del gobierno… y en el PP son conscientes de que Revilla exigirá seguir siendo presidente para retirarse como primer mandatario de Cantabria.
Lo que no tiene justificación posible es el retraso, a todas luces inútil e injusto, que padece el PP de Cantabria privado de celebrar su congreso regional.
Si se tiene en cuenta el calendario del mes de julio restan tan sólo dos semanas útiles, ya que la última de julio es la Semana Grande de Santander con dos fiestas por medio.
La primera opción sería celebrar el congreso en agosto, una manera de minimizar su importancia, un auténtico desprecio para Cantabria y, por tanto, se apunta a septiembre para celebrar el congreso del PP y proclamar a María José Sáenz de Buruaga candidata.
Se ha perdido un tiempo precioso, porque tanto el PRC como el PSOE, están en el gobierno y tienen la máxima visibilidad y la tendrán hasta mayo del año próximo.
La estrategia del PP no puede ser más nefasta ya que están desaprovechando una clara opción no ya de ganar las regionales y municipales, sino de hacerlo con autoridad de manera que el PRC no tenga opción a forzar que Revilla siga en la presidencia.