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Por Sonia Solar San Juan
Paso mucho tiempo observándome. No frente al espejo sino muy dentro. Veo luces, veo sombras, veo fantasmas y también grandes campos de amapolas. Dicen que tenemos 2 vidas y que la segunda empieza cuando descubres que solo tienes 1.
Yo lo descubrí, el camino me lo hizo ver, empecé entonces a buscarme y finalmente me encontré. Vi a una niña asustada aún no teniendo nada que temer, vi a una adulta insegura usando la seguridad de rehén.
Vi un ovillo de lana y una vida por tejer.
Vi una jaula con la puerta abierta y un periquito asomándose a ver.
A veces se asusta y prefiere volver, pero algo le empuja, las ganas tal vez.
El pájaro avanza, su confianza también. Las sombras acechan, pero aún no las ve.
El animalillo vuela sin miedos ahora, no sabe que aún lastra heridas pasadas.
Para él entonces solo existe este instante. Disfruta del viento en cada momento.
Hasta que un día las sombras ve y entonces recuerda cosas del ayer.
Repliega las alas, se vuelve a su jaula, se queda muy quieto sin fuerzas ni agallas.
Se mira muy dentro, combate las sombras, comprende el mensaje, las luces se asoman.
La puerta se abre, sus alas también. Los fantasmas salen, también sale él.
Ahora brilla el sol, en sus plumas siente el calor. El vuelo comienza, de nuevo se aleja.
Y no pasa nada si vuelve a llover. Todos sabemos si eso ocurre a dónde podemos volver.