Por Marcelino Pérez
El Gobierno de España, con su control sobre la guardia civil y policía nacional, ha extendido una red de silencio y ocultación sobre la creciente ola de inseguridad ciudadana. Durante la dictadura franquista y hasta hace quince años, los periodistas tenían acceso a las denuncias por robos y ocupación de viviendas, directamente de los departamentos de comunicación de la guardia civil y la policía nacional.
Naturalmente que en el franquismo lo que estaba censurado y oculto era lo relacionado con las actividades políticas o sindicales. De esa forma todas las personas tenían conocimiento de la situación de la seguridad ciudadana.
En un momento dado los expertos electorales vieron que el aumento de delitos menores, pero que afectan a miles de personas, deterioraban la confianza en los gobiernos y optaron por silenciar esa información, en lugar de buscar las causas de esa creciente cifra de delitos.
Ahora, en toda España y en Cantabria de manera singular, los informadores no consiguen ningún dato de la policía o la guardia civil, porque la orden es que los cuerpos de seguridad mantengan silencio y envíen los datos de las denuncias directamente a la delegación del gobierno… que a su vez los guarda con rigor, para que no se conozcan.
Hoy, dos de mayo, El Diario Montañés publica una noticia de las que el gobierno quiere ocultar: Una mujer sufrió el robo de un collar mediante el tirón en el barrio santanderino de Nueva Montaña. Naturalmente eso ha trascendido porque el periodista es conocido de la víctima que le ha contado el robo con detalle.
Sucesos como ese son diarios en Cantabria, lo mismo que la ocupación de viviendas, que no solamente afectan gravemente al propietario, sino que crean una enorme inseguridad en el vecindario.
Esa norma de silencio sobre los delitos, se ha mantenido con gobiernos socialistas y del PP. Ninguno de esos partidos quiere modificar la ley de manera que los robos menores, continuados, reciban una pena de prisión.
Por eso quienes son detenidos por hurtos a personas o en viviendas quedan de inmediato en libertad, a la espera de juicios que tardan años en celebrarse.
Los agentes del orden están hartos de ver cómo tras detener a uno de estos ladrones salen al cabo de pocas joras a la calle, hasta el punto de que algunos se permiten saludar con mucha mofa a los policías cuando los encuentran por la calle.
Recientemente se han denunciado delitos como un robo de un reloj de alto precio en las inmediaciones de Santander y de un bolso en una cafetería del paseo de Pereda. Naturalmente nada se ha publicado en los medios, porque no se facilita información.
Ciudadanos desinformados son votantes sumisos.
