Han aprendido bien la lección los políticos y bajo la justificación de la necesidad sanitaria por el COVID-19, están tomando medidas que en otras circunstancias serían incapaces de llevar adelante.
Da igual de qué se trate, cualquier medida que presenten ahora la vuelven con el coronavirus para justificarla aunque esta sea un sin sentido con poca base sanitaria para ponerla en marcha. No tienen reparos, se sienten seguros y sin que el ciudadano tenga capacidad de reaccionar en contra de ella porque además los jueces no se atreven a derogarlas para no tener ningún problema.
La última es adelantar el toque de queda este sábado a las 22,00 horas en una medida sin ningún sentido y sin una base sanitara justificada, como tampoco la tenía imponer un toque de queda a las doce de la noche, como si el virus saliera a la calle a una hora determinada. Pero los políticos da la sensación que viven en su burbuja y no en la calle del día a día.
Impusieron el «bozal» de la mascarilla diciendo que era la solución para evitar los contagios y no sólo no ha servido sino que además la segunda ola está siendo mayor de lo esperado. Entonces ¿por qué esa obligación de llevarla aunque uno vaya solo por la calle? otro sin sentido más.
Cierran la hostelería sin importarles la quiebra económica que va a suponer para muchas familias, como si los restaurantes, bares o cafeterías fueran el gran mal de esta pandemia, cuando los propietarios han sido los más interesado en que las medidas de seguridad e higiene se cumplan en sus establecimientos.
Pero eso no les ha importado a los políticos que sólo saben aplicar medidas restrictivas ante su incapacidad manifiesta para aportar otras soluciones que no perjudiquen la economía, tapando así su ineptitud.
Todo es imponer restricciones, imponer sanciones y limitar las libertades individuales para de esa manera no dejar que el ciudadano haga su vida normal y para ello utilizan a los medios que riegan con dinero público para que trasladen ese miedo haciéndonos sentir culpables de todo lo que está pasando.
Eso sí, mientras el ciudadano y los empresarios lo pasan mal, los políticos viven en su burbuja cobrando sus sueldo todos los meses y cotizando a la seguridad social para tener su buena pensión el día de su jubilación, ajenos al resto del mundo. Ahora la pregunta es ¿hasta donde está dispuesto a aguantar el ciudadano para salir a protestar a la calle?