Por Marcelino Pérez.
En el año 1997, la Universidad de Cantabria concedió el doctorado honoris causa a un investigador colombiano, Manuel Elkin Patarroyo, por haber descubierto una vacuna contra la malaria.
Ahora, veinticuatro años más tarde, unos investigadores mozambiqueños han logrado, de verdad, un remedio contra esa enfermedad que mata millones de personas cada año.
Cuando el doctor Patarroyo era preguntado, durante su estancia en Cantabria, por la razón de que su vacuna no estuviera funcionando y salvando vidas dijo que la causa era que los Estados Unidos -el imperialismo yanqui- estaban boicoteando su hallazgo, porque él quería que su vacuna estuviera libre, es decir que podría usarse sin pagar derechos, y los estadounidenses querían obtener jugosos beneficios.
Ha pasado el tiempo y quedó claro que la vacuna de Patarroyo no funcionaba. Fue una investigación fallida. Ahora unos biólogos y médicos mozambiqueños han logrado la proeza de crear esa vacuna contra la malaria.
Son investigadores de un país africano y para ellos no ha habido la presión de los Estados Unidos, quizás porque las palabras de Patarroyo no fueron más que una excusa ante el fracaso de la investigación.
Es posible, pero no probable, que la Universidad de Cantabria, dentro del proceso revisionista generalizado, decida despojar del doctorado honoris causa a Elkin Patarroyo.
O simplemente guarde silencio para mantener vigente el error.