Hace año y medio, exactamente el día 22 de Enero de 2.022, escribí un artículo sobre Djokovic (por su incomparecencia en Australia por no estar vacunado), en el que por una parte censuraba ese rictus agrio, punto de prepotencia o incluso soberbia en su estilo de juego, y ello, fruto de mi profunda admiración sobre nuestro querido Nadal (decía allí -y me reitero- el mejor deportista español de todos los tiempos), como su antagonista natural cuanto a premios Grand Slam se refiere (pues en tierra batida seguirá siendo indiscutiblemente el “rey”), pero por otra parte, destacaba su valentía al no vacunarse, renunciando a disputar su torneo fetiche, el Open de Australia (que ha ganado en 10 ocasiones), y obviamente con grandes probabilidades de revalidar título y empatar o superar a Rafa en cuanto a grandes se refiere, pero primordiaba su derecho a la libertad de no vacunarse, frente al hecho sumar mas triunfos y dinero, así como a mantener el Nº 1 del mundo en todos los aspectos, gesto que, al menos para mi, le honra al priorizar lo que el considera más conveniente para su salud (este en lo cierto o no, no vamos a polemizar por ello), que la gloria deportiva.
Pero el tenista servio no solo se vio obligado a renunciar al Open Australiano, sino que por la misma razon tampoco le permitieron disputar el Open USA, y otros torneos en las anteriores temporadas, lo que podría haber obviado con formulas varias (vacunándose, o certificando su innecesariedad por su sistema inmune) pero sin embargo se reafirmó en su postura llevando hasta las últimas consecuencias el derecho a no vacunarse (que conste que soy partidario de que la gente se vacune, pero tambien, a contrario sensu, soy partidario de defender a ultranza y respetar el derecho de quien no quiera vacunarse, como es el caso de Novac) aún pagando un precio muy alto para sus aspiraciones como tenista de elite.
Pues bien, desde entonces, mi visión sobre el personaje Djokovic cambió sustancialmente, de tal forma que detrás de esa imagen sobria, incluso antipática, por ser la bestia negra de nuestro querido Nadal, pasé a ver ese lado de humanidad e integridad del tenista que fue capaz, como decia antes, de anteponer su derecho a la salud, frente a la vanidad y el dinero.
Esta postura, sin duda, y aunque sea un razonamiento especulativo, quizá le privó de ganar dos o tres, o incluso más, premios del Gran Slam. No le importó. Soportó las críticas, incluso del clan Nadal, en concreto su ex entrenador Tony, y de varios compañeros de profesión, pero Djokovic fue paciente, sabiendo que era cuestión de tiempo.
En la actualidad la OMS ha decretado el fin de la alerta y alarma por el COVID 19, quedando prácticamente anuladas todas las restricciones en todos los ámbitos, y la normalidad, afortunadamente, ha vuelto y para el tenis también.
Djokovic se acaba de alzar con el torneo fetiche de Nadal, Roland Garros, incompareciente por lesión, pero hay que destacar que Novac Djokovic, sin vacunar, ha barrido literalmente a la generación emergente con una facilidad pasmosa, incluida la gran promesa mundial, y tenista de gran talento y Nº 1 nuestro querido Carlitos Alcaraz, al que sacó del campeonato desde el primer set y nunca inquietó al servio, demostrando un nivel físico (muy en forma, fino) y psiquico brutal, sometiendo a la joven promesa (un auténtico talento) a tal exigencia límite con una técnica pasmosa, provocándole unos calambres psicosomáticos (miedo escénico), al tiempo que tiraba de táctica y maestria y oficio, a pesar de sus 36 años de edad. Lo mismo sucedió con la otra promesa de la factoria de Manacor en la final, Casper Ruud, que no puso en apuros al servio en ninguna fase del partido.
Sin duda, nos guste o no, el mérito de Djokovich es más que considerable, pues ha tenido que batirse con los tres mejores de la historia, auténticas raquetas de oro, la flor y nata de todos los tiempos, como Nadal, el rey indiscutible de la tierra batida, Roger Federer, la muñeca mágica, y rey indiscutible de la hierba de Wimbledon (que peligra dentro de un mes), a quienes, en conjunto, ha superado a pesar de todas estas contingencias sin discusión alguna, y ahí están los números para constatarlo, pero además ha dado un golpe de mano sobre las nuevas generaciones, con un nivel de juego en todos los aspectos, que solo podemos calificar de estratosférico en todos los sentidos, ganándose el respeto de todos ellos que van a tener que sudar para retirarle.
Y en su favor, tengo que decir también que estamos ante la mejor versión de Djokovic en todos los sentidos, no solo en cuanto a juego, sino en lo anímico -y más ahora-, con mentalidad ganadora, como también en lo espiritual, lo veo más humano, más humilde, e incluso más simpático.
Solo nos falta que Rafa Nadal se recupere pronto y bien, para deleitarnos en lo que le resta de vida deportiva con algún duelo entre estos dos grandes del Tenis, y seguir disfrutando de una época irrepetible, incluso para los que no somos entendidos.
Chapó por esta metamorfosis de Novac Djokovic, tenista que sin grandes estridencias ni ser un talento como Federer, Mc Enroe, o Alcaraz, está rompiendo moldes, marcando época, al tiempo que nos ha dado una lección de integridad, un auténtico defensor de la libertad individual, aun cuando sea a costa de no sumar trofeos o dinero. Mi respeto a Novac Jokovic, y mi enhorabuena.