Por un STV
En la ciudad de Santander parece que los arquitectos, paisajistas, técnicos varios y políticos no han aprendido nada. Dice el proverbio que la experiencia es la madre de la ciencia, pero en Santander se han olvidado.
En la denominada duna de Zahera, una obra positiva para la ciudad, el arquitecto y los responsables municipales colocaron un suelo de un material sintético muy aparente y posiblemente barato. No es preciso estudiar arquitectura para saber que junto al mar lo que no sea sólido y resistente se deteriora a gran velocidad.
Así, ahora, pocos años después de la construcción aparecen roturas y desperfectos que convertirán la duna en un lugar de mal aspecto e incluso peligroso, por el riesgo de la rotura del suelo. Ya se han producido las primeras quiebras del piso de plástico.
Otro ejemplo evidente, del que el Ayuntamiento capitalino ni dice ni hace nada, es el parque de Las Llamas. Una obra excelente, que salió adelante a pesar de la oposición de los conservadores que temían por el deterioro de la zona de marisma.
El problema es el mismo que en la Duna de Zahera: El diseño se hizo a base de unos jardines aterrazados que se sustentan en paredes de madera. El resultado está a la vista: lo que deberían ser jardines son maleza y suciedad y, como se preveía, las sujeciones de madera para las pequeñas terrazas/macetas muestran un aspecto deplorable: rotas, sin color, podridas….
¿Tan difícil es tener en cuenta el clima del Norte a la hora de planificar edificios o jardines? ¿Quién se hace responsable del deterioro de la duna de Zahera y del desastre del parque de Las llamas?
¿Servirá este ejemplo para no repetir errores?
PD.- Las cutres instalaciones del Tiro Nacional, en San Martín permanecen en la misma situación. ¿Para cuándo el adecentamiento de esa parte de la ciudad?