Por un STV
Las jornadas señeras de las fiestas Navideñas han producido, en Santander, los problemas ya sabidos, por la experiencia de años anteriores: Aglomeraciones que conllevan serio peligro, acumulación de basura, suciedad extrema con personas orinando en la calle, ruido durante horas y horas, etc.
Algunas asociaciones de vecinos han vuelto a protestar por esta situación y han evidenciado los problemas que tendría una ambulancia o un coche de bombero para intervenir en un posible siniestro. Desde el Ayuntamiento de Santander la única acción ha sido un llamamiento, entre lastimero y quejumbroso, de la alcaldesa pidiendo civismo y buena conducta. El resultado el previsto: Ni caso, y la mañana y la tarde del último día del año un desmadre total y toneladas de basura.
Las autoridades no se atreven a aplicar la ley cuando eso supone enfrentarse a miles de personas y arriesgarse a perder algunos votos. La excusa es siempre la misma: Es peor intervenir ante las aglomeraciones que dejarlo correr. Nunca se habla de medidas preventivas como cerrar el acceso a determinadas calles cuando el aforo está completo, ni de multar a quienes tiran basura, orinan en calle, etc. Aplicar la ley debe hacerse ante muchas o pocas personas que la infrinjan.
La resignación al incumplimiento de la ordenanza municipal es la oferta municipal. La injusticia es manifiesta, porque el Ayuntamiento no se atreve con el fuerte -la masa de personas- y si con el débil el que se pasa unos minutos en el aparcamiento de la OLA, el que no pide una licencia para obra menor, etc.
Los casos de aglomeraciones con serio peligro -conviene recordar la catástrofe de Corea en una calle sin salida en la que murieron docenas de personas- se van a producir de manera previsible: El final de curso en primavera, las próximas fiestas navideñas, etc.
El Ayuntamiento de Santander debe revisar su política: Es imposible ver un policía municipal en las calles, los aparcamientos en doble fila son lo normal, las infracciones de tráfico están a la orden del día… Parece que todos los guardias municipales están en las oficinas y ninguno patrullando.
El Ayuntamiento de Santander debería reflexionar y modificar su política de consejos y buenas palabras, para alejarse del “buenismo” estéril y actuar con los medios a su alcance.
Es curioso que la gente se queja, de que otros orinen y dejen basura en la calle, y no se queja cuando lo hacen los perros.
No podía faltar el comentario sobre los perros. La gran diferencia entre lo que se denuncia en el artículo y lo que esté señor denuncia es que el comportamiento incívico fue masivo y en el otro caso es de un grupo de propietarios de canes y no de este colectivo de dueños o de una gran parte (masa) del mismo que no cumplen con su deber.
Ese comentario no es más que una manifestación más del prejuicio que un colectivo de personas tiene hacia estas mascotas.