A raíz de la detención de Dani Alves hace unos tres años por la -entonces supuesta- agresión sexual en una discoteca en Barcelona, en estas mismas páginas publiqué un artículo titulado “la presunción de inocencia es una entelequia para el investigado» (Alves)”.
Todos asistíamos a una dilapidación publica de este ex futbolista del FC Barcelona, pues acaparó la portada de todos los medios de difusión, nacionales e internacionales, como fue publico y notorio. A pesar de que este personaje no es ni era “santo de mi devoción”, yo demandaba para él algo tan elemental y trascendente como la aplicación de la “presunción de inocencia” recogida en el art. 24.2 CE. He de reconocer que soy un fanático (“loco, si se quiere”) de este principio que nos fue acuñado a fuego desde primero de Derecho, y decía, para concluir, que Dani Alves “aunque resultara absuelto” ya estaba pagando una pena de la que jamás ya en vida se recuperaría, en lo que me ratifico.
Pues bien, hoy hemos conocido el Fallo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, donde se le absuelve de todos los cargos, precisamente en aplicación de este sacro principio, dado que las declaraciones de la (supuesta) “victima” no alcanzan el grado de verosimilitud suficiente para conducir a un pronunciamiento condenatorio”, avalado por las imágenes que contradicen su versión.
Resulta preciso matizar que dicho Fallo Absolutorio ha sido dictado por unanimidad por tres Magistradas (mujeres) y un hombre. Que la (supuesta) víctima era defendida por un mujer, y Dani Alves era defendido por otra.
Y digo esto porque este, como se llama “empoderamiento” forzado de la mujer auspiciado por el feminismo en todas sus variables se ha dado de bruces con la cruda realidad de la cordura, mesura, de la ponderación, del respeto al orden jurídico y a la legalidad constitucional del TSJC, y a esta conclusión han llegado precisamente y de forma mayoritaria tres “mujeres ejemplares, preparadas y doctas en la materia” que han hecho total abstracción de la basura mediática y han aplicado uno de los principios en los que descansa el Estado de Derecho: la tan manida “presunción de inocencia”.
No le arriendo la ganancia (mediática) a estas tres Magistradas, una de ellas Ponente de la Sentencia, pero desde aquí toda mi admiración, no porque han absuelto a Dani Alves, sino porque como profesionales del Derecho, de la Justicia, han dictado una Sentencia ajustada a la Ley, y desde luego, y bajo mi punto de vista, se merecen el máximo respeto.
Lo dramático del caso, al igual que el caso Rubiales, donde predije que, al igual que aquí, va a haber un resultado absolutorio (a pesar de que es otro personaje cuestionable), estas dos chicas han sido utilizadas de forma “obscena por el feminismo salvaje” que nos invade y nadie en su entorno (sus familias especialmente), han tenido la cordura suficiente para evitarlo, o al menos que no las utilizara como “propaganda política”.
La Justicia (o lógica jurídica) actual, o como queramos llamarlo, no tiene nada que ver con la que conocí hace más de 40 años cuando me iniciaba en la profesión de Abogado. En estos tiempos donde todo quedaba gravado las “imágenes” valen más que mil palabras (como tuve ocasión de recalcar hace unos días en un juicio), y las imágenes tanto en el caso Alves como Rubiales no avalan el supuesto maltrato o agresión surgido “ex post” y para sacar publicidad o dinero (o ambas cosas).
En efecto, las imágenes de la discoteca (. ) han surtido más efecto que las aderezadas declaraciones de la (no me atrevo a llamar victima) acusadora de Dani Alves, pues estaba bailando y con buen rollito con este, como también sucedió en el caso de Jenni Hermoso con el ”piquito” de Rubiales, y la posterior fiesta.
Estas imágenes, como advierto, no se compadecen con el “seudo dramatismo” de sus declaraciones tras estar asesoradas o presionadas por el obsceno lobby feminista (que mueve ingentes cantidades de dinero -publico- en propaganda con tal bandera) o por asesores (as) buscando publicidad o protagonismo mediantico, estas dos chicas, en efecto, han sido víctimas pero no de estos dos personajes “públicos”, sino del “feminismo ultra” que no ha reparado en utilizarlas como propaganda de un movimiento, o bandera, absurda e injusta por la singularidad de los implicados.
En mi opinión, el asunto debería haberse gestionado de otra manera en ambos casos, pero el asesoramiento no ha sido bueno en ambos casos para estas dos chicas. ¿El feminismo las va a compensar, las va a indemnizar por estos años de trasiego judicial y gastos de abogados?
Lo importante es que ha impuesto la sensatez, y tengo que decir una cosa, las tres MAGISTRADAS DEL TSJ CATALUÑA (y lo digo con mayúsculas) a Sección de Apelaciones, integrado por las magistradas María Àngels Vivas (ponente), Roser Bach y María Jesús Manzano y por el magistrado Manuel Álvarez, han hecho más por la mujer que todo el seudofeminismo junto, y además por la JUSTICIA (también con mayúsculas) y el Derecho a la Presunción de Inocencia Constitucional.
Estas cosas, a mi particularmente, me dan aire y para seguir creyendo en la humanidad. Pueden dormir tranquilas (al igual que el otro Magistrado), y la ciudadanía catalana tiene un buen Tribunal que no se dejó cegar por el ruido mediático ni este adoctrinamiento.
Y respecto a la “mujer” (con mayúsculas), no necesita propaganda como la abanderada por Irene Montero (crítica con las Magistradas), Ione Belarra o Yolanda Diaz entre otras muchas “chiquilicuatres”, pues además de su mediocridad orgánica, ni estas politicuchas del tres al cuarto representan a nadie y menos a la MUJER, pues además del despilfarrar (o incluso malversar) con el dinero que cuesta el Ministerio de Igualdad y sus derivadas, han declarado la guerra al hombre, provocando una división absurda que
esperamos vaya remitiendo (como todo lo insensato) pues ni representan a la cantidad de mujeres que hay en el mundo con cargos de responsabilidad (política, justicia, económica, sanitaria, educativa, científica, divulgadora, etc.) cuyo talento y capacidad contribuye a hacer una sociedad moderna equilibrada y justa, al menos y por ahora en occidente. Que vayan a oriente con su relat