Este viernes la abogacía de Cantabria estaba llamada a las urnas para la elección de diverso miembros de la Junta Directiva, optando a la presidencia de la misma los Letrados D. Ramon Arteaga y D. Carlos Pérez, ambos miembros de la Junta cesante.
Ha resultado ganador por una holgada mayoría, este último, que, según su “eslogan”, proponía un cambio en la dirección de la profesión que llevaba anquilosada muchos años, y ello por falta de candidatos (as) temerosos de postularse frente a una especie de “establishment” abonado por la apatía congénita de los cántabros estando en un inmovilismo petrificado en el pasado.
En las recientes elecciones, ante el paso al lado del anterior Decano (dudo si se hubiese presentado cual hubiera sido el resultado, pero me lo imagino), la cosa quedaba más abierta pero con un sesgo especial, como decía antes: “ambos pretendientes ya formaban parte de la Junta anterior”, entablándose un fratricidio electoral, donde se vendía por una parte un continuismo, con matices, y un “cambio” sustancial propiciado por el candidato ganador.
Por tanto, cabe felicitar a Carlos Pérez, persona, y compañero, al que tengo el gusto de conocer (y apreciar), y me consta que estaba tremendamente ilusionado desde hace tiempo con tomar el relevo y alabar su valentía para dar un paso al frente, como también al otro candidato Ramon Arteaga que, en mi opinión, no ha estado fino a la hora de confeccionar equipo
Ahora bien, desde estas líneas, y cara a estos deseados “nuevos vientos” de la Abogacía en Cantabria, me gustaría que, además de llevar adelante y ejecutar el programa electoral, algunas sugerencias:
1ª).- La primordial y fundamental (a mi juicio) es recuperar la figura del Abogado (a), dentro y fuera de los estrados. Me explico. La abogacía, como todos los sectores de la sociedad, está sufriendo transformaciones, pero en mi opinión la figura del Abogado (a), profesional en el que se deposita la confianza total, tus problemas (confesables, y parte inconfesables) con la esperanza de que lo puede sacar adelante, es impagable, está en declive de un tiempo a esta parte; hoy el Abogado (a) es simplemente un instrumento sistema judicial.
Hago mías las palabras de un insigne Abogado DEP, Matias Cortes (Letrado de Botín, el grupo Prisa), a quien conocí, Catedrático de Derecho Tributario que decía: “ya no hay médicos, hay clínicas”, “no hay arquitectos, hay estudios de arquitectura”, “no hay abogados, hay bufetes o sociedades jurídicas”. Dicho de otra forma, se están imponiendo plataformas jurídicas que ven al “cliente como un numero, o un elemento de consumo”, esto es una fuente de ingresos (bajando el coste”, haciendo abstracción de la problemática personal del individuo (a), son franquicias o supermercados del campo jurídico.
En Cantabria, por fortuna, aunque estas plataformas se están implantando pretendiendo fagocitar el mercado via internet, perdura el trato directo, la confidencialidad y confianza con el cliente que, en muchos de los casos, ya lo eran sus antepasados, y más en las zonas rurales. Por tanto, este factor ha de ser tenido en cuenta en nuestra Comunidad Autónoma, esto es defender esta esencia, por dos vías: i) potenciando lo nuestro y ii) persiguiendo aquellas conductas que transgredan los limites de la competencia.
Y otro aspecto que me gustaría recalcar, es el respeto que ha de tener y dispensarse al Abogado por parte de los Órganos Jurisdiccionales (Jueces y Magistrados (as).
En este sentido, creo que hay mucho por hacer al respecto, porque sobre la base de la carga jurisdiccional de trabajo que pesa en el sistema judicial, va en el sueldo de los Jueces (as) y Magistrados (as) entender que la figura del Abogado es absolutamente indispensable e imprescindible, no solo porque lo exige la ley, como Garantía Constitucional, sino porque es el gran dinamizador del proceso, tanto en el Derecho Publico como en el Privado. Un Abogado puede ejercer Defensa y Acusación en todas sus variables, es la figura más poliédrica del sistema judicial.
Desde el Poder Judicial debe entenderse, y cuando digo debe entenderse es en la práctica, que la labor de un Abogado (a) conlleva que tiene que buscarse la vida, establecerse en el mercado, y ofrecer sus servicios en competencia mercantil, preparar, establecer filtros éticos con el cliente, con el caso y con el Tribunal (aunque resulte una entelequia), defender con ahínco en el Tribunal y ser retribuido razonablemente en sus servicios (no regalarlos).
Y digo esto porque hay casos (no aislados), donde siendo cierto que el Letrado (a) se va por la ramas o comete excesos en su función, no es menos cierto que su defensa (o acusación) la está haciendo delante del cliente, y ello tras muchos meses de estudio e infinidad de horas preparándolo convenientemente, y a veces se le dan cinco o diez minutos para Informe o Conclusiones, o se le interrumpe, cuando es el momento clave de rematar su trabajo, lo que a veces le coloca en una situación humillante.
Por tanto, debe exigirse este respeto, empatía y sensibilidad con el Letrado (a) en cualquiera de las fases del proceso.
2º).- Lealtad entre los Abogados y compañeros de profesión. Hoy en día, la Justicia Moderna, y la Abogacia, vienen abonando los sistemas de Mediación, Conciliación, entendimiento, o incluso el Arbitraje (pero es un tema distinto, y un tanto en desuso).
En los inicios de la profesión no era norma impuesta, pero sí una práctica que antes de interponer una demanda los letrados dirigían carta al adversario, sugiriendo un acuerdo extrajudicial. Hoy esta práctica está en desuso. En mi experiencia en los últimos años, bien por cerrazón del cliente, bien por el Abogado (confiado que puede tener un resultado favorable -aunque a veces las armas las carga el diablo-), pocos casos se solucionan por esta via. Creo que es algo que la nueva Junta, recalco en Cantabria (Madrid es diferente) debe insistir en este aspecto, y apunta buenas maneras en uno de los puntos facilitando actividades y socializar entre compañeros (as).
3º).- La nueva Junta debe abordar el fenómeno que antes apuntaba: “control de la profesión”, como es la llegada de macrodespachos en lo que se denomina “economía de escala”. Cuando digo abordar es buscar soluciones a esta realidad. Me explico.
Por experiencia se, y conozco, que se están dando en España y, por supuesto en Cantabria, dos fenómenos:
a).- “Despachos por materias”. Ejemplo: cláusulas suelo. Llegan desde diversas partes despachos ofreciendo servicios con publicidad no muy del todo clara, donde en teoría se va a “éxito”, pero al final el coste para el cliente es distinto al ofertado.
b). Asuntos relevantes de Cantabria, salen muchas veces fuera de la Comunidad, en concreto al País Vasco o Madrid. Es cierto que ante la vorágine legislativa, existe una especialización, pero un Abogado de Potes, al menos a nivel básico, tiene que controlar diferentes áreas (matrimonial, penal, herencias, arrendamientos, servidumbres, penal, licencias, etc., etc) porque si no se muere de hambre. Hoy, los temas mercantiles importantes, o penales, son llevados por los grandes despachos o firmas de las grandes capitales.
Estos despachos son, en la mayoría de los casos, por supuesto gente preparada, al menos los socios de arriba, pero los trámites iniciales e intermedios, son llevados a cabo por becarios que cobran 900 euros al mes por doce horas de trabajo (por no hablar ya de la inteligencia artificial que hace el trabajo) pero va la firma del bufete. Claro, la hora de estos despachos no tiene nada que ver con la de un buen Abogado (a) de Santander, sin embargo vemos que muchos asuntos de trascendencia económica y jurídica salen fuera de la Comunidad.
La nueva Junta Directiva tiene que “poner en valor” la buena calidad de la Abogacía en Cantabria, tanto al ciudadano como al Poder Judicial. El factor
humano para un cliente, en mi opinión, es impagable. Un Abogado (a), además de técnico, es sicólogo, estratega, tiene que decir la verdad al cliente y prepararle convenientemente para los efectos directos y colaterales del proceso.
3º).- “Nuevas tecnologías”. Este aspecto lo controla muy bien el nuevo decano. Sin embargo, debe insistir en la IA, reforzar mayor conexión con los tribunales para actualizar jurisprudencia, medios, etc.
4º).-Comisión de honorarios. En este punto he detecto un oscurantismo total, no están demasiado claros los criterios ni los conceptos, ni quienes componen la comisión. Esta comisión esta muy obsoleta, y sustancialmente mejorable. Se han resuelto cantidad de asuntos sin justificar convenientemente el trabajo e importe de honorarios (incluidos los del Abogado del Estado, donde apenas ha hecho nada), bajo la figura ambigua de “complejidad del asunto”, y por el contrario asuntos controvertidos, lo reducen a mínimos. Deberá explicarse claramente en qué consiste la complejidad de un asunto, y que lo diferencia de uno normal, porque todo asunto es complejo por definición.
En conclusión, he dado algunas pinceladas a tener en consideración (a mi modo de ver y con la mejor intención), y tener presente que la función de Decano no debe limitarse a dar un discurso solemne el día de San Juan (festividad), o l asistencia a actos protocolarios y demás. Ha de ser una labor de máquinas, interactuar con los compañeros (as) y crear un Organismo potente en todos los aspectos, respetado y que sirva de respaldo a la colectividad, y por supuesto censurar aquellos (as) que no hagan honor y mérito a esta bonita profesión