La semana pasada se hizo viral en Cantabria un hecho que no ha pasado inadvertido en la ciudad ni en la Región como es el de que el Dr. D. Javier Ceballos Fontan, (coloquialmente conocido como CALI -aunque yo siempre le llamaré Javi-), se retiraba de la práctica de la medicina después de muchísimos años.
Tengo el honor de conocer a Javi (Cali), prácticamente desde que se Licenció en Medicina con excelentes notas (es super inteligente y dotado de una memoria excepcional), cuando decidió especializarse en Medicina Deportiva en Burdeaux allá por el año 1.982, si no recuerdo mal, ciudad de referencia en la materia a la que acudía todas las semanas con otro de sus mejores amitos el Psiquiatra Dr. Roque Prego.
Fui testigo también de su primera consulta en la C/ Floranes, y luego, si no recuerdo mal, se desplazó a la C/ Burgos (donde yo tenia mi despacho) junto a la fisio Teresa Páramo, conjugando la consulta con su brillante etapa en el C.B. TEKA, pasando luego a tratar al deporte de elite en Cantabria, incluyendo el Racing Club y los Clubes Ciclista profesionales TEKA con Linares y el AMAYA de Javier Mínguez.
Javi ha sido santo y seña en el mundo del deporte no solo en esta Región sino en toda España, y por sus manos han pasado los más prestigiosos deportistas del momento, y no estaría de más que ahora que tiene tiempo se dedicara a realizar un compendio de anécdotas al respecto que considero interesante.
Pero para los que le conocimos desde sus inicios, el merito de CALI, no ha sido tratar a la élite (no solo), sino que compartió su talento con todos los ciudadanos de cualquier condición. Dio con una fórmula única como es la de que por su consulta pasaron (pasamos) miles y miles de pacientes: deportistas, no deportistas, personas de todas las clases sociales, cultura, etc. siendo el trato absolutamente igual, limitado únicamente por su volumen de gente, pero siempre brillante, efectivo, y sobre todo económico.
Para mi, como digo, pasará a la historia por haber hecho una medicina social, económica y de primerísima calidad a todos cuantos nos encomendábamos a su “arte de sanar”. Siempre con una sonrisa, y lo que es muy importante: se recordaba del nombre y de la vida de cada uno de los pacientes con los que llegaba a intimar.
Javi, a mi modo de ver “socializó la medicina y socializaba con ella”, pues para el conocer a la persona, dialogar era su vida y su trabajo, como excepcional profesional.
Cali (Javi), es patrimonio de todos nosotros, y siempre se refería (cuando se hablaba de alguien) “este, aquel, etc. es amigo mío”, porque además era verdad. Cali no tiene enemigos (que se sepa), todo el mundo lo apreciamos y siempre estaba ahí a dar lo mejor de si mismo, apurando las mañanas desde las 7 de la madrugada hasta el cierre a las 11, o 12 de la noche con apenas una parada a un pincho donde Chuchi Bedoya, Paco Sartenes o Amado, sacrificando su vida personal y familiar por los pacientes.
Creo que es personaje que se ha ganado por derecho y mérito propio el cariño de la gente (basta dar una vuelta con el por la ciudad, al que saluda todo el mundo), para percatarse de todo ello, y es un personaje mítico y clásico de Santander.
Creo que con la jubilación de CALI se va una medicina ya en desuso, donde el trato y la relación paciente-medico era no solo personal, sino familiar, entrañable y eficaz. Como diría el ilustre Abogado Matias Cortés (DEP), “ya no existen médicos, existen clínicas, ya no existen Abogados, existen Bufetes, ya no existen Arquitectos, existen Estudios”.
Vaya mi modesto homenaje a Javi (Cali), del que presumo de su amistad al igual que tantísima gente, deseándole que disfrute tanto de su nueva etapa como disfrutó ejerciendo la medicina.
Un abrazo.
