Una de las condenas a muerte mas “interesantes”, desde el punto de vista sociológico, es la de la lapidación.
Porque, en este caso, el verdugo es todo el pueblo.
Nunca he asistido a ninguna, ni ganas, y no sé si compras la piedra, te la regalan in situ o te la traes de casa.
Curiosamente, uno de los delitos en los que se usa es para el adulterio (de la mujer, claro), delito en el que el afectado sería el marido, la mujer de la otra parte y las familias como mucho, por aquello del honor.
Sin embargo, los invitados a tirar piedras son todo el pueblo. Y a los otros, ¿qué coño les importa?
Pues les debe dar gustito.
Lo vimos muy bien representado en “La vida de Brian”, cuando hasta se disfrazaban de hombre, algunas hdgp, para poder experimentar el placer de matar a golpes a otra.
La psicología humana en todo su explendor.
Ceeo que es lo que pretende el juez Peinado. Que sea el pueblo, en la plaza pública, el que apedree a Begoña Gómez.
¿Qué sabe el pueblo lo que es un delito de malversación de caudales publicos cuando nadie se ha llevado una bolsa de monedas a su casa?
Algunos creerán que tienen que juzgar si la plaza de la asesora debería haber salido por oposición. Pero no. Moncloa puede elegir algunos asesores de confianza igual que la reina Letizia acaba de elegir a una antigua compañera de televisión. Y es legal. Eso no es lo que le van a preguntar pero pueden pensar que sí.
Entonces, si la contratación es legal, ¿qué se juzga? Si cada uno de los actos de esa asesora eran administrativamente legítimos. Se ajustaban a lo definido en el puesto de trabajo.
Pero, ¿estaba definido el puesto de trabajo con tal nivel de detalle con otros asesores de otros gobiernos? No.
¿Y ahora? Tampoco.
Entonces, ¿como pueden juzgar nueve legos lo que es específico o no de un puesto de trabajo?
Si una persona que vive en la Moncloa sale a le peluquería a Madrid… ¿puede usar el coche oficial?
Depende.
¿Va como particular o como mujer del presidente?
Va a cortarse el pelo.
¿Y cómo va a utilizar ese corte de pelo? ¿Como particular para peinarse con más comodidad o como mujer del Presidente porque hay que recibir a los de Qatar?
Para juzgar una malversación de caudales públicos hay que cuantificarla. ¿De qué cantidad estamos hablando? ¿Cuánto vale, en términos económicos, la redacción y envío de un correo electrónico?¿y de cuarenta?
Y luego viene la segunda parte. Habrá que compararlo con lo que ha costado esta instrucción:
Costes de la oficina judicial, incluidos salarios y otros gastos de oficina durante 18 meses, taxis, horas extraordinarias que puede haberse anotado el propio juez y hasta la tarima de la Moncloa.
Todos los testigos entrevistados.
Imagino que, en su momento, le denunciaran todos los que, sin causa, han visto su honor comprometido, incluído el empresario al que fueron a inspeccionar su casa estando hospitalizado por enfermedad grave.
Habrá que cuantificar todo este coste y compararlo con lo que valen los correos, eso si no dice la asesora que, trabaja sin horario límite en la Moncloa, que los envió en sus ratos de descanso.
Al juez Peinado le gustan las lapidaciones, de mujeres, en la plaza pública.
Debe de tener un complejo de cuernos que le ocupa todo el cuerpo.
Pobrecillo.
