Por Sonia Solar San Juan
Hace unos meses, la periodista Sara Carbonero tenía que ser intervenida de urgencia tras una revisión médica. Después de varias semanas en el hospital, Sara escribía una bonita reflexión en Instagram. No recuerdo mucho de aquel texto porque una sola frase (abrazar la incertidumbre) se me grabó a fuego.
La incertidumbre es algo que en principio no nos suele gustar. Estamos más cómodos y seguros sabiendo qué es lo que va a pasar. Necesitamos conocer, necesitamos controlar. El margen de duda nos suele incomodar e incluso perturbar.
Nos empeñamos en tener todo planificado, en organizar, en adelantar, aun sabiendo que probablemente muchas de esas cosas nunca sucederán. Vivimos demasiado tiempo en el futuro, un futuro que quizá no vaya a llegar o al menos no como lo habíamos dibujado en nuestra mente.
“La vida es aquello que nos pasa mientras planeamos otras cosas” ¡qué gran verdad! A estas alturas del año tendremos medio 2023 planeado; viajes, proyectos, sueños que está muy bien tener, pero siendo conscientes de que la cosa se puede torcer.
Y como otra de nuestras peculiares costumbres es tener propósitos cuando empieza un año, yo ya he pensado el mío y con esto está relacionado.
Seguiré planificando cosas, seguiré anticipando, pero haré un hueco a esta nueva amiga e intentaré que la incertidumbre sea bienvenida.
Aceptaré el margen de error, la equivocación, el no saber qué pasará mañana, ni tan siquiera saber si estaré. Seré mucho más flexible, me dejaré sorprender, y si lo que pasa no estaba en mis planes, le guiñaré un ojo y no me resistiré.
Abrazaré la incertidumbre, aprenderemos a llevarnos bien, soltaré con más frecuencia las riendas, que la vida tome el poder. Querido 2023, sorpréndeme.
Y si no es mucho pedir, ¡hazlo para bien!