Por Marcelino Pérez
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha viajado a Bruselas, a la sede del parlamento europeo para que allí se escuche la voz de Cantabria. Una buena iniciativa, porque Cantabria debe hacer valer su autogobierno. Lástima que la presencia de Revilla se produjera con décadas de retraso.
El presidente cántabro viajó hace muchos años por primera, y última vez, a la capital belga y desde entonces no ha vuelto. Ahora regresa a la ciudad de los mejillones y el chocolate para tratar de modificar la decisión, ya tomada por la UE, sobre el trazado del Corredor Atlántico del que Cantabria ha quedado excluida.
Un duro golpe para el futuro inmediato de la región. En Bruselas le han dicho que será difícil cambiar lo ya acordado, pero el viaje puede ser útil y se quiere aprender.
En Bruselas le han explicado, sin palabras, al líder del PRC que para influir, aunque sea un poco, en las decisiones de la UE es necesario anticiparse, llegar a tiempo para que se escuche el mensaje antes de que se tomen las decisiones. Hablar cuando ya está todo decidido es inútil y frustra mucho.
Otra lección que se extrae de este viaje es que en Bruselas hay que tener presencia permanente, tener ojo allí para saber que se cuece e intentar meter cuchara cuando el guiso comienza a espesar. Hay que llegar a tiempo y saber a que se viaja.
Revilla ha aprendido que en Bruselas se necesita tener personas que informen de los proyectos y hacer propuestas en la fase oportuna. Y por eso este viaje ha podido ser útil si se aprende la lección. Lo que no funciona es viajar a Bélgica cada veinte o treinta años, porque allí todo tiene su tiempo, su plazo y su momento.
A Bruselas hay que ir a tiempo y hacerlo con propuestas concretas o unirse a proyectos potentes que cuenten con el apoyo de varias regiones o naciones. Quizás aun se esté a tiempo para explicar a quienes manejan los fondos europeos para compensar los daños de la pandemia, que Cantabria no puede quedar en segundo plano cuando se repartan en España.
Que la UE debe velar porque comunidades pequeñas y que han sido olvidadas durante lustros por sus gobiernos nacionales deben recibir ahora dinero para compensar sus carencias. No más dinero para las regiones ricas sino más fondos para regiones como Cantabria, Asturias, Murcia, Castilla y León….
