El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el líder de la oposición, el popular, Alberto Núñez Feijóo, se han medido de forma desigual en el Senado, ya que mientras el primero disponía de tiempo limitado, el segundo sólo disponía de 20 minutos, en un debate donde se ha visto a un Sánchez desquiciado por atacar a su oponente con pocos argumentos sólidos.
Tras el inicial tostón soltado por Sánchez, para exponer las excelencias de su medidas para paliar la crisis y los supuestos millones que ha puesto su gobierno para las empresas y los ciudadanos, que no hay una precepción clara que hayan llegado ni a unos ni a otros, llegaba el turno de Feijóo, que con un tono pausado y conciliador sacaba a relucir el paquete de medidas que ha preparado su equipo para paliar la actual situación.
El guion estaba escrito y marcado por las elecciones autonómicas y locales de mayo y por la crisis económica y energética, condicionada por la guerra de Ucrania y con la consabida palabra «Putín» en la boca de Sánchez, como culpable de todos los males actuales.
Sánchez ha pedido a los populares que «no hagan el ridículo» tildando de «timo» la llamada excepción ibérica para España y Portugal, una medida de la que ha vuelto a presumir, asegurando que ha supuesto para las familias españolas un ahorro de 2.000 millones de euros y se ha dirigido a los españoles para decirles que sobre un eventual racionamiento energético «pueden estar tranquilos», y que simplemente el Gobierno hará una serie de recomendaciones que, ha dicho, «no van a provocar una erosión en la calidad de vida» pero sí, ha remarcado, «una reducción de la factura energética».
El presidente del Gobierno ha ignorado todas las propuestas de Alberto Núñez Feijóo y le acusado de actuar con «insolvencia y mala fe». El duelo se ha colocado finalmente donde buscaba Sánchez desde hace meses: en la revalorización de las pensiones, que Feijóo critica porque el Ejecutivo pretende hacerlo conforme a la subida del IPC.
Sánchez, ha acusado al PP de jugar con el miedo de la población y ofrecer una visión catastrofista de la situación económica, al tiempo que ha cuestionado la independencia de algunos medios y ha advertido a las grandes empresas, en concreto a las eléctricas y la banca, de que España no es suya y que prevalece la voluntad popular.
Además, el Presidente del Gobierno, ha señalado que un dirigente político no puede actuar como un «chamán o un curandero», en referencia velada al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo y debe contrastar lo que percibe con datos de expertos y con lo que muestra la ciencia para ofrecer «una visión equilibrada» de la situación. «Lo que nunca jamás puede hacer un líder político es jugar con el miedo de la población».
Feijóo, por su parte centró sus intervenciones en llevar el debate a las necesidades reales de los españoles y cómo el presidente del Gobierno actúa a espaldas de la calle. hablando de «pobreza energética», término que precisamente utilizaron los socialistas contra Mariano Rajoy. «Ahora podemos hablar de miseria energética», dijo el gallego, que recordó que entonces el precio de kilovatio era de 60 euros, casi cuatro veces menos que ahora.
El líder de la oposición habló de los los continuos cambios de guion del Ejecutivo, acorralado por las exigencias de sus socios y las prisas por su caída en las encuestas, así como que ya son tres las medidas que le han copiado desde el Gobierno, empezando por el IVA sobre el gas y la luz y acabando por el tope para las industrias de cogeneración. «Si de algo ha servido esta comparecencia es para que vuelva a rectificar».
Sánchez afeó a Feijóo su referencia al tope ibérico como «timo ibérico», a pesar de reconocer que Feijóo ni siquiera había utilizado esta expresión en esta jornada. Tampoco dejaba sin usar la bala del bloqueo de la renovación del CGP y señaló al popular como el elegido por las grandes empresas para hacer valer sus intereses, frente a su Gobierno, que sitúa del lado de la mayoría social: «Puede que actúe con insolvencia, puede que actúe con mala fe, pero está claro que no olvida quién le puso ahí. Las grandes empresas».
Ante esto, Feijóo le respondió que «decir que me han puesto las empresas es un insulto a la democracia, a los militantes y los simpatizantes del PP», afeando el tono bronco de Sánchez. Devolviendo la pelota al jefe del Ejecutivo, le reprochó que optase por la «estrategia de la descalificación y la crispación», en lugar de buscar «un debate serio, sosegado y sereno». «Los españoles se merecen una política mucho mejor», declaró, recomendándole que «desconfíe» de las propuestas de sus socios para buscar el entendimiento con el PP.
Feijóo incidía en que no está de acuerdo ni con las políticas del Gobierno ni con sus socios, pero insistió en que está «dispuesto a negociar» sobre el plan de energía que necesita España. Dejó la tribuna de oradores afeando a Sánchez que su intervención no había sido «propia de un presidente». «Para hacer oposición, sólo tiene que esperar a las próximas elecciones generales».
En su última intervención, Sánchez, llegó a afirmar que también tendía la mano al PP, pero lo hacía para pedirle que «cumpla la ley» y permita la renovación del CGPJ. Los dos líderes de los dos mayores partidos del país iniciaban así el curso político dejando claro que la distancia que les separa es abismal, más grande que nunca.
