El «Progresismo» de izquierdas tiene como uno de los principales baluartes la utilización de lo que laman lenguaje incluso, que no es otra cosas que distorsionar la utilización del mismo para distinguir entre sexos, en una clara imposición de feminismo en su guerra cultural contra el hombre.
La izquierda y el feminismo pretenden hacer tragar a la población con una norma básica sobre la que gira todo, que no es otra que evitar el uso genérico del masculino, el cual, según los defensores del lenguaje inclusivo, es sexista y poco inclusivo, como describe el digital Vozpupuli.
La propia RAE n 2020, preguntada sobre el empleo de la letra ‘x’ como marca de género inclusivo, advirtió que «es ajeno a la morfología del español, además de innecesario e impronunciable» y aclara demás que «el uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto».
Pero lo cierto es que la izquierda y el feminismo en España, desde la llegada de Zapatero al Gobierno y más determinante todavía desde que Pedro Sánchez, accedió a La Moncloa, se ha instaurado en todas sus intervenciones públicas y oficiales, como algo obligatorio, intentado que la sociedad de forma permanente también asuma este lenguaje denominado «inclusivo», como un símbolo de identidad de la izquierda y el progresismo.
Pero en Europa, esta corriente empieza a tener detractores, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha mostrado su oposición a la utilización de un lenguaje inclusivo en materia de género y ha pedido a la sociedad francesa no ceder ante «los aires de los tiempos», porque en el idioma francés, como en el español, «el masculino es lo neutro» y representa tanto a hombres como a mujeres.
En Italia, su presidenta, Giorgia Meloni, ha mostrado su rechazo absoluto por el lenguaje de hecho en marzo de 2023, la Academia de la Crusca, homóloga de la RAE, desechó los signos como el asterisco o la «e» invertida como opciones lingüísticas para un lenguaje con más paridad de género en los escritos jurídicos en Italia.
La decisión llegó tras la reunión del Comité de Igualdad de Oportunidades del Consejo Directivo del Tribunal Supremo con la Crusca, donde se aclaró cómo respetar la paridad en las actas judiciales y documentos burocráticos de toda índole, indicando que «en una lengua como el italiano, con dos géneros gramaticales, el masculino y el femenino, el mejor instrumento para que se sientan representados todos los géneros y orientaciones sigue siendo el masculino plural no marcado«.
Otro de los países que no está a favor de este lenguaje llamado inclusivo es Alemania, y eso que en agosto de 2018 admitió la existencia de un tercer género en el registro civil, ideado para personas cuyo sexo no «está definido en el momento en el que nace», siguiendo el mandato del Tribunal Constitucional.
Así, en 2021, la entonces ministra interina de la Mujer, Christine Lambrecht, ahora exministra de Defensa, cargó contra el lenguaje inclusivo, llegando a enviar una circular a todas las instituciones bajo su mando, en la que se pedía que no se emplearan los asteriscos, barras, arrobas y neoformas del lenguaje inclusivo, en este mismo sentido el alcalde de Berlín, Kai Wegner, ha descartado usar el lenguaje de género neutro.