Duro revés de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), al Gobierno de Pedro Sánchez, tras rebajar hasta el 4,1% el crecimiento del PIB de España en el 2022, esto supone 1,4 puntos menos que los previsto hace seis meses.
Una estimación que va en consonancia a la de Comisión Europea que la sitúa en el 4% y de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que la sitúa en el 4,3%, algo más optimista.
La OCDE argumenta que esta «desaceleración» en el crecimiento al 4,1% en 2022 y al 2,2% en 2023 (retrasando aún más la recuperación total de la economía española, que ya se esperaba para 2023, debido al «aumento de la incertidumbre, la alta inflación y la desaceleración de la demanda externa».
Además, la OCDE prevé que la inflación media en España alcance el 8,1% este año (el nivel más alto desde 1986) y en 2023 se mantenga en el 4,8%, un nivel elevado si se compara con años anteriores y con las previsiones de otros organismos económicos como el Banco de España, una tasa que para encontrar superior al 4,8%, hay que remontarse a 1992.
En cuanto a la inflación subyacente la OCDE calcula que la media se situará en el 4,5% tanto este año como el próximo.
La OCDE explica que la elevada inflación y la incertidumbre tendrán un impacto negativo sobre uno de los principales motores de la economía, el consumo de los hogares, que apenas crecerá un 0,1% este año, según sus cálculos. También advierte que los cuellos de botella en el suministro de semiconductores limitarán la inversión privada y las exportaciones de mercancías.
Por último, avisa que existe el riesgo de que una mayor inflación se consolide si se producen más perturbaciones en el mercado de la energía o una mayor transmisión a los precios y salarios finales.