Todo parecía indicar en Moncloa, que quien llegaba procedente de Europa, era César, tras conquistar las Galias. Pero no, era Pedro Sánchez, que después de tres días de reuniones en Bruselas de los presidente y primeros ministros de cada país, conseguían cerra «in extremis» un acuerdo económico de reconstrucción con motivo de la pandemia del COVID-19.
La puesta en escena era todo un homenaje a Hollywood, con un Sánchez, eufórico por acuerdo cerrado entrando en el Palacio de la Moncloa, con un pasillo formado por todos sus ministros y ministras vitoreándole y aplaudiendo su entrada, como si hubiera conseguido un gran éxito.
Desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia y sobre todo la de su mano derecha Ivan Redondo, especialista en marketing y comunicación, la puesta en escena de los principales acontecimientos están rodeadas de simbolismo y sobreactuación, con el fin de enviar a los ciudadanos un mensaje de triunfalismo.
Pero hay quién ya está calificando esta escena como el «pasillo de la vergüenza», porque en ningún caso es un éxito de Sánchez lo logrado en la cumbre de Bruselas, más bien parece en toda regla un rescate similar al recibido el el 2012 por el gobierno de Mariano Rajoy, con unas condiciones muy severas para ir recibiendo esos 140 mi millones (76.700 no reembonsables) que de cumplirse podrían verse restringidos a instancias de los países frugales.
Algo parecido a ocurrido hoy en su llegada al Congreso de los Diputados donde toda la bancada socialista levantada en pie, aplaudía sin cesar la entrada del Presidente a su asiento en el Hemiciclo.