La caída del Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, al presentar su dimisión es, sin duda, una gran noticia para aquel país y para el resto del mundo.
Justin Trudeau, ha sido uno de los máximos exponentes de las llamadas políticas “woke”, que han asolado a algunos países.
La caída de Trudeau, en realidad, comenzó a gestarse en la pandemia de Covid 19 durante la cual tomó medidas esperpénticas que tuvieron una respuesta muy grande por parte de grandes sectores de la sociedad, medidas que atentaban contra el sentido común y que coartaron muchas libertades.
El sector del transporte por carretera, se rebeló contra las tremendas medidas tomadas por el hasta ahora Primer Ministro.
A partir de ese momento, su popularidad cayó en picado y se fue agrandando con el grave problema de la inmigración descontrolada que sufre el país.
En el fondo de la caída de Justin Trudeau está, en general, una forma de legislar lejana al sentido común y sobre todo al beneficio de la mayoría de los ciudadanos.
El llamado “wokismo”, en el fondo es una forma de cambiar la verdad por la mentira, y sobre todo, tratar de cambiar lo que conocemos como sentido común, además de crear motivos artificiales para enfrentar a la propia sociedad entre sí.
La caída de Trudeau dejará definitivamente las llamadas políticas “woke” en riesgo de desaparición; algo realmente bueno para una sociedad atormentada por la imposición de normas y leyes de unos pocos que tratan de imponer una sociedad sin valores, sometida a los caprichos de unos pocos y muy poderosos.
Esperemos que con esta dimisión lleguen otras más pronto que tarde, como la del propio presidente de España, Pedro Sánchez, uno de los máximos representantes de la ingeniería social, encargada de hacer verdad lo que es mentira, además de entrometerse en nuestras vidas.
Hoy los amantes de la libertad y del bien común estamos de enhorabuena, aunque seguimos esperando otras dimisiones de personajes tóxicos para nuestra convivencia en paz y libertad.
