Si tenemos en España, el escándalo de la comisiones de las mascarillas, con la implicación de personas supuestamente cercanas al Gobierno, según recoge hasta el momento el sumario de la investigación y por otro lado, hay en marcha otras investigaciones a nivel de la UE, lo que puede hacer que el escándalo sea aún mayor y con más personas involucradas, nos podemos preguntar si este tipo de prácticas de comisiones, no se han podido producir de igual manera, pero con diferentes actores a nivel de la propia UE y de otros países en el asunto de la vacunas COVID-19.
Las empresas farmacéuticas, con gran poder de penetración en las diferentes instituciones europeas y con fuerte poder económico, financian a la OMS e indirectamente tienen un poder muy fuerte sobre otros actores de la vida pública sanitaria.
Por supuesto, no se trata de acusar a nadie, sino de reflexionar sobre las muchas sospechas que deberíamos tener los ciudadanos y las dudas que debiera de levantar, un producto poco experimentado que se trató de inocular de manera casi autoritaria, en el sentido que se estigmatizaba injustamente a todo aquel ciudadano que no quería vacunarse.
La campaña de desinformación en este caso no vino sólo de los llamados antivacunas, sino una gran parte de los medios de comunicación, que con exageraciones, mentiras y medias verdades, contribuyeron más a crear miedo que a informar de manera razonada y respetuosa.
La señora Von der Layen, no ha informado todavía sus conversaciones telefónicas con los responsables de las grandes farmacéuticas, ni la información técnica que recomendaba adquirir tan importante número de dosis, que gran parte, han tenido que ser destruidas al pasar el tiempo de su caducidad.
Se hace difícil creer, que con tantos millones de euros en gasto, que ha hecho que los balances de algunas farmacéuticas reflejaran grandes e inesperados beneficios, no haya existido por medio personas intermediarias que de forma legal o no se hayan enriquecido de manera desproporcionada, máxime teniendo en cuenta, la opacidad de un sistema que menos claridad, ha despertado todo tipo de dudas.
Los partidos minoritarios en el Parlamento Europeo, han hecho muchas preguntas y han tenido muchas declaraciones, sin embargo, han recibido muy pocas contestaciones convincentes y claras.
Por ello, entre otras cosas, hay que cambiar el panorama político del Parlamento Europeo en las próximas elecciones de junio, nada menos que nuestra libertad está en juego.
Si todo sigue igual, seguro que todo irá a peor: menos libertad, menos derechos y más normas opresivas.
