La continuidad de la obligatoriedad de la mascarilla en interiores, en España, es una sobreactuación más, incomprensible a esta alturas.
Los informes sobre la utilidad, lo sabemos hace tiempo son controvertidos, los hay a favor y en contra de su utilidad, pero ello en el relato seguido por las autoridades, que parecen haberse olvidado de la ciencia, no importa.
Lo peor de todo, es que como a lo largo de toda la pandemia, no se buscó la verdad, parecía todo basarse sobre dogmas de fe y no sobre un debate científico al respecto.
Creo, y es una intuición personal, que las mascarillas aportan más problemas que beneficios: dificultades en la respiración y la re inhalación del aire que respiramos y la saturación de dióxido de carbono, sabiendo como se sabe que el cerebro humano es muy sensible a la falta de oxigeno y que hay células nerviosas, por ejemplo en el hipocampo que no pueden estar sin oxigeno durante más de tres minutos.
Pero nada pasa, para el relato oficial, al que no se le puede discutir nada y mucho menos conocer todo los informes al respecto.
Se ha creado tal estigma sobre el uso de las mascarillas, se ha exagerado tanto y se ha mentido tanto, que ahora muchos ciudadanos siguen portando la mascarilla en exteriores, lo que no deja de ser algo absurdo, fruto de la desinformación y de la intoxicación de los últimos meses.
La muerte del debate científico, parece una realidad, algunos seguro que no se atreven a mirarse al espejo.
