Fruto de la desestructuración familiar, de la pérdida de valores, de la falta de educación y de respeto, de tolerancia, se está deteriorando a marchas forzadas, la convivencia en España.
No se respetan las ideas ajenas, se insulta, se ataca a sedes de partidos como acabamos de ver a la sede el PP en una localidad madrileña, se golpea a militantes de Vox en Vitoria y en los campos de fútbol, se aprovecha para insultar y perseguir al adversario.
El ataque a Vinicius, es desde luego un ataque de racismo, pero oculta otros orígenes y carencias, que la sociedad no quiere admitir.
No sale gratis a la sociedad las rupturas familiares, la falta de valores y de respeto, una educación dirigida al bien común y no al egoísmo ni a los falsos derechos, que algunos patrocinan. Nada de lo que ocurre en las relaciones familiares, sale gratis, para una sociedad en la que se potencia el hedonismo, el sexo desenfrenado, la falta de valores de todo tipo.
Todo ello influye en la generación de una sociedad peor y más desesperanzada, que camina sin rumbo ni objetivo alguno.
Por lo tanto, la violencia en general, incluyendo el racismo, tiene orígenes concretos en el campo educativo y familiar.
La clase política en general, en vez de buscar los orígenes de este grave fracaso social, mira hacia otro lado, cuando sus ejemplos y políticas de todo tipo tienen tanta influencia negativa en este proceso de desestructuración social.
Hay que buscar los orígenes profundos del problema y no quedarse en la superficie.
