Una de las misiones más importantes de la clase política, debiera de ser, el hacer la vida más fácil y agradable a los ciudadanos.
Sin embargo, por lo general, nada de eso ocurre, y para ello tenemos un ejemplo deplorable: las leyes europeas.
Las leyes que salen del Parlamento Europeo, son una especie de «camisa de fuerza» para los ciudadanos.
Una gran parte de esta leyes, son absurdas y otras muchas, sólo pretenden tener a los ciudadanos y a las empresas sometidos a una «tortura» administrativa y a una especie de dictadura legislativa para imponer criterios, ideas y ocurrencias, elaboradas por personas sin conocimiento ó por intereses inconfesables lejanos al bienestar de la sociedad.
Nadie conoce el programa de gobierno de la Comisión Europea, cuando va a ejercer el derecho al voto, por lo tanto, después en una habitación cerrada, como estamos viendo estos días, se reparten los cargos, sin que los ciudadanos, tengamos la menor idea de que quieren hacer, para mejorar nuestras vidas.
No tengan la menor duda, no harán nada positivo para desregularizar sectores completos asfixiados por normas y reglas, que impiden su desarrollo y contribuyen a subir los precios, no harán nada, para que seamos más libres y tengamos más derechos, al contrario, seguirán perturbando nuestras vidas y complicando nuestras existencia, todo un fracaso, repitiendo un feudalismo enmascarado de democracia, que nos lleva de cabeza al fracaso y al desencanto generalizado con el sistema. Todo un fraude político y social.
