El asesinato del candidato a la Presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio, en manos de “sicarios” de carteles de drogas, es una muestra más de cómo el narcotráfico se infiltrado en altas capas de poder y cuenta con colaboradores directos o indirectos de partidos de la extrema más radical, que ni siquiera han mostrado el pésame.
El control de los dirigentes del Foro de Sao Paulo sobre algunos países de Iberoamérica y sus intentos de extenderlo a Europa, es una drama para las libertades y los derechos humanos, por mucho que digan personajes como Lula Da Silva sobre la defensa de los derechos humanos, o el caso de México, donde el Presidente López Obrador, trata de imponer medidas de control de la sociedad, es incapaz de parar la violencia, sobre todo hacia aquellos profesionales de la información, que denuncian la situación.
El beso de saludo de Sánchez a Delcy Rodríguez, la segunda dirigente más importante de Venezuela, que tenia prohibido pisar el suelo europeo, hubiera sido en cualquier democracia solvente, todo un escándalo, en España, sin embargo, los medios de comunicación en su inmensa mayoría ocultan la gravedad de que partidos españoles, tengan relaciones tan fluidas y fraternales, con gobiernos que atentan un día si y otro no contra la libertad de sus súbditos.
El problema es de suma gravedad, para los derechos humanos y las libertades, no sólo en Iberoamérica, sino también en otros países, entre ellos España.