La sociedad moderna, vive sentada sobre un volcán social, debido a la pérdida del sentido del bien y del mal.
Una parte importante de las nuevas generaciones, «pululan» por esta vida sin criterio alguno, sin conocimiento alguno de cuestiones básicas, que diferencian el bien y el mal.
Es en realidad un alto y peligroso tributo de una sociedad sin creencia alguna, ni trascendencia religiosa, que permita un anclaje en valores permanentes.
De esta manera, el relativismo ocupa todas las formas de actuar.
La verdad desaparece, y se convierte en un concepto que se utiliza al mero interés o capricho personal.
De esta forma, como podemos observar en la actualidad, la mentira, se convierte en algo que no sólo no se considera pernicioso, sino que puede ser útil al mero egoísmo de cada uno.
Todo este proceso, desarrolla en la sociedad, unas especie de «locura» colectiva, que deja a los individuos al capricho de modos, ideas, formas y maneras; muchas veces absurdas y perniciosas para la propia convivencia.
Recuperar el sentido del bien y del mal, es algo urgente y fundamental, sino queremos que está sociedad entre en una crisis permanente de identidad de consecuencias inimaginables.