Siempre se habló de la “cuesta de enero”, un mes difícil para la mayoría de las familias, porque se acumulaban muchos gastos realizados durante la Navidad y ello suponía tener que restringir o controlar otras muchas facturas.
Sin embargo, este año no debemos de hablar de “cuesta de enero”, sino de Puerto de categoría especial, como si se tratará de una de las más duras etapas del Tour de Francia en los Pirineos o en los Alpes.
Calles semidesiertas, establecimientos vacíos, tristeza y depresión, en nuestros pueblos y ciudades.
A la larga crisis que llevamos soportando, hay que añadir, las medidas “draconianas” y absurdas impuestas por los diferentes gobiernos autonómicos, los mismos que luego exigirán sin compasión alguna, que los ciudadanos paguemos los impuestos puntualmente y encima que no discutamos sus medidas absurdas y en algunos casos casi de carácter dictatorial.
El consumo se ha caído porque la alta inflación (el IPC anual en Cantabria fue del 6,8) en diciembre hace que el ciudadano medio tenga que prescindir, de muchos alimentos a la hora de hacer la compra.
La economía familiar, se desbarata y llega el sufrimiento, en medio de la “soberbia” e incompetencia de una gran parte de la clase política, que además de no tener las ideas claras de cómo solucionar el problema, no tienen algo básico en cualquier político que diga ser demócrata: la empatía.
Se dice que el coste energético se ha disparado, pero se sigue negando la energía nuclear y se menosprecia la hidráulica y otras formas dada la emergencia ahora necesarias, como el propio carbón, pero se prefiere “fastidiar” a los ciudadanos, que reconocer el fracaso de sus ideas demagógicas.
Es verdad, que esto no ocurre sólo en España, ocurre en mayor o menor medida en esta Europa, podrida en sus estructuras y que ha sido fuertemente dañada en el sentido común.
Entre, el frio de las heladas, “el martilleo” de una gran parte de los medios de comunicación que sólo saben hablar de COVID, asustando y dañando la salud mental de las personas, intentaremos resistir estos meses de enero y febrero.
La paciencia se agota, a pesar de que la anestesia diaria de radios y televisiones y otros medios de COVID, nos tiene sin reacción posible, no se hasta cuando.
Sin embargo, no perdamos la esperanza, antes o después llegará la primavera de la verdad y del bien. Feliz mes de enero y siguientes.