La señora Ministra de Sanidad, Mónica García en contra de la mayoría de las Autonomías, quiere imponer el uso obligatorio de la mascarilla en hospitales y centros de salud.
Ya no importa la evidencia científica y que el uso de la mascarilla, suponiendo que tuviera algún beneficio, tiene a la larga perjuicios graves, como la alta concentración de dióxido de carbono en la cavidad de las mascarillas por encima de 10.000 ppm, producto de la reinhalación durante la respiración, da igual que cuando el corazón detecta una disminución de oxígeno en las células del organismo, aumenta sus pulsaciones en un esfuerzo por compensar la cantidad de oxigeno que ingresa en las células; podíamos seguir con más datos.
Todo da igual, lo importante es el relato, el miedo, el parecer que se hace algo por nuestra salud, aunque no se facilite desde el Gobierno central el que las autonomías puedan contratar más médicos.
Mientras, no se dice ni palabra y menos se investiga con naturalidad, para saber la verdad, que es lo importante si las vacuna ARN mensajero, utilizadas para el COVID, ha acabado deprimiendo el sistema inmunológico de muchas personas, dejándolo exhausto.
Nada importa, sólo se impone un relato, no conocer la verdad, no informar con seriedad y respeto intelectual a las personas.
Sin duda, las mayoría de las autonomías han actuado bien y con sensatez, pero la señora Ministra quiere mandar, mejor dicho imponer, es lógico teniendo en cuenta su ideología.
