Rafael Puyol, catedrático de geografía humana en la Universidad Complutense de Madrid, de la cual ha sido rector, es en la actualidad presidente de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) y miembro fundador de la asociación Foramontanos Siglo XXI (FSXXI), que agrupa a una serie de personas que tratan de analizar los problemas de la región y aportar ideas para mejorar la vida de los cántabros. También FSXXI es el germen de una sociedad civil cántabra que sea capaz de aportar su conocimiento y ofrecer alternativas a una trayectoria que evidencia el declive de la región.
Puyol presentará su libro “¿Un mundo sin personas?” de editorial Almuzara, el viernes día seis de junio -19.30 horas- en el Ateneo de Santander, un acto organizado por Foramontanos Siglo XXI.
El libro de Puyol es un análisis riguroso de la evolución de la población en el mundo con especial acento en España y en Cantabria. Puyol desmonta alguno de los mitos creados sobre la superpoblación en el mundo o el de una Europa habitada mayoritariamente por musulmanes.
Pregunta- Publica un libro al que titula con una interrogante ¿Un mundo sin personas? Por qué un título tan provocador.
Respuesta – No es que el mundo se vaya a quedar sin personas. Vamos a seguir creciendo hasta 2080 por lo menos, aunque luego comenzaremos a disminuir. El mensaje que pretendo trasladar con ese título es que el mundo ha cambiado en lo que a su evolución demográfica se refiere. El crecimiento se ha desacelerado en todas partes y va a seguir haciéndolo. No tendremos un mundo sin personas, pero si con menos personas de las que se preveían en la fase de crecimiento fuerte. Además, hay otro cambio significativo que es el envejecimiento, probablemente junto con el cambio climático, una de las macro tendencias más importantes a nivel internacional.
P- Parece que en poco tiempo hemos pasado de la alarma por la sobrepoblación a temer por el contrario poco menos que la desaparición de la especie humana. ¿Cómo es posible este giro tan radical?
R- El factor fundamental del cambio demográfico es la generalizada caída de la fecundidad y en muchos países de la natalidad. De una media mundial de 5 hijos por mujer en 1950 hemos pasado en la actualidad a 2,3 y dos tercios de la humanidad vive en países que no son capaces de renovar sus generaciones (2,1
hijos por mujer). Además, la mayoría de los países desarrollados tienen crecimiento natural negativo, es decir un mayor número de defunciones que de nacimientos al año. La especie humana no va a desaparecer en un horizonte previsible, pero si todos los países llegasen, como los avanzados, a situaciones de balance natural negativo esa situación podría llegar a producirse.
P- ¿Cuál es la situación de la población en España? España sigue creciendo en número de habitantes, pero los datos hablan de una baja tasa reproductiva entre las mujeres españolas?
R-Efectivamente, seguimos creciendo, pero el panorama demográfico no es nada halagüeño. Poseemos uno de los índices de fecundidad más bajos del mundo (1,1 hijos por mujer), una mortalidad creciente y un balance entre nacidos y fallecidos, desfavorable. Además, una población cada vez más envejecida. Si crecemos es gracias a la inmigración que permite corregir el saldo vegetativo.
P. Cantabria ¿En qué situación se encuentra?
R- La población cántabra tiene unas características semejantes a las de la población española en conjunto, pero con algunas variables en peor situación. En los últimos años crece algo la población, gracias a un saldo migratorio positivo ya que el balance entre nacimientos y defunciones es negativo. Tiene un índice de fecundidad aún peor que el español (1.07 hijos por mujer) y los nacimientos han pasado de 4300 en el año 2000 a menos de 3000 en 2022. Hay pocas mujeres en edad de procrear y una edad media a la natalidad tardía (33 años).La comunidad presenta un nivel de envejecimiento alto (23 % de personas de 65 años y más) y pocos jóvenes (solo el 12 % de menores de 15 años). Además, aunque el saldo migratorio resulte positivo, la población extranjera (6,3 %) solo representa la mitad de la que tiene España. Si hay algunas regiones en las que es necesario detener o revertir esta situación, son las de la cornisa cantábrica Asturias, Cantabria y El País Vasco.
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P. ¿Qué medidas se han adoptado con éxito en otros países para que crezca el número de nacimientos?
R- Podemos clasificarlas en cuatro grupos:
-Medidas que facilitan las condiciones de vida y la actividad de los padres. Máximo Livi Bacci decía que la mejor política en favor de la natalidad, es el mercado laboral.
-Medidas en beneficio de los hijos: creación de guarderías, servicios en el hogar cuando los niños son pequeños y los padres trabajan; ayudas para la educación de los niños
-Ayudas indirectas a las familias: acceso a la vivienda para las parejas jóvenes; reducciones fiscales progresivas en función del número de hijos.
-Ayudas directas en forma de prestaciones dinerarias por el nacimiento y por cada hijo; préstamos a bajo interés.
P- En el libro plantea una pregunta esencial ¿Necesita España una política demográfica integral?
R- Si que necesita España una política demográfica integral para acometer cuatro grandes desafíos: la baja natalidad, la inmigración, el envejecimiento y la despoblación de una parte amplia de nuestro territorio. Precisamente en mi libro detallo las medidas que serían necesarias en cada caso para enfrentar estos retos.
P- La inmigración se sitúa entre los asuntos que generan mayor polémica. ¿Es necesario regular de forma diferente la recepción de extranjeros?
R- La inmigración en España, como en otros países de La Unión Europea, resulta beneficiosa. Nos permite crecer, mejorar la natalidad, aliviar algo el envejecimiento, cubrir aquellos puestos de trabajo que los españoles no quieren desempeñar, y contribuir al pago de las pensiones. Ya no se trata de un fenómeno coyuntural, sino estructural y básico para nuestra economía y nuestra sociedad. Además a diferencia de otras naciones, el cambio de modelo de ser un país emigratorio a un territorio de inmigración se ha producido en España sin graves conflictos sociales. Quizás porque fuimos antes un país de emigrantes, no se dan entre nosotros fuertes niveles de racismo o xenofobia. Ahora bien, para gestionar una migración que ya supone el 12 % de la población total que vive en el país, necesitamos una buena política migratoria abierta, flexible, consensuada e integradora que no debe limitarse al control de las fronteras, sino abordar todas las cuestiones relacionadas con el fenómeno. No es que necesitemos cambiar de política es que resulta necesario tener una.
P .- ¿Cuál es el modelo internacional mejor, según su criterio, para regular la migración?
R- No hay un modelo de referencia que sirva para todas las sociedades. Cada una tiene sus propias peculiaridades y debe definir su práctica migratoria. No obstante, si tuviera que definir uno yo elegiría el modelo canadiense. Canada es un país de inmigrantes, como los EEUU, pero ha desarrollada una política migratoria que ha permitido una integración razonable de la población extranjera sin grandes conflictos.
P-Una de las imágenes que mayor alarma causan es la predicción de que en unas décadas Europa tendrá una mayoría de religión musulmana. ¿Hasta qué punto es cierta esa proyección?
R- No, Europa nunca será musulmana. Ahora los hijos del Profeta suponen el 6 % de la población europea y el crecimiento previsto los llevará al 7,7 %. Hay que pensar que la natalidad en los países de origen de estas corrientes está disminuyendo y, por lo tanto, en el futuro habrá menos emigrantes potenciales. Por otro lado, la natalidad de los
musulmanes que se asientan en Europa si al principio es más alta que la autóctona, en la segunda o tercera generación acaba equiparándose a la nativa. No es mínimamente defendible la tesis de una Europa musulmana.